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Independiente, que perdía desde el vestuario, goleó a Lanús por 4 a 1 con goles de Penco, Montenegro, Lucero y Cuesta. El Rojo jugó un partido inteligente, supo reponerse del impacto inicial y se prende en la lucha, a tres del líder.

Una noche como esas, como las históricas, desde el corazón, ganando, gustando y goleando. Así Independiente, así. Fue pura alegría el Libertadores de América, pura fibra, emoción y gritos de los miles de hinchas Rojos que llenaron el Estadio para eso: ver ganar a su equipo y decir que está ahí, que va a pelear, que no le regala puntos a nadie, que quiere todo.

No comenzó bien la noche, porque a los dos minutos una contra letal del Grana terminó con el gol de la visita, a través de Silvio Romero. Durísimo para Independiente, que sacaba todos los fantasmas delante de su gente. Y cuando todo parecía caerse, cuando el Rojo no le encontraba la vuelta apareció el hombre de los goles importantes, Sebastián Penco, para clavar con una palomita bárbara el empate. Y casi sin dejarlo respirar al visitante, Montenegro aprovechaba el impacto y daba vuelta el marcador para irse al descanso ganando.

En el segundo tiempo la cosa cambió porque Lanús se mostró muy nervioso, a Delfino casi se le va el partido de las manos, y en cuatro minutos, a los 35 y 39, el Granate se quedó con dos jugadores menos cuando el Rojo ya estaba lastimándolo mucho, pero no concretaba.

Hasta que a los 43' por fin liquidó Lucero, tras una jugada extraordinaria que comenzó con Mancuello, la pisó Benítez, armó una pared bárbara con Pisano y llegó hasta el el delantero para que la empuje a la red. Todavía había tiempo para uno más, con Cuesta levantándose sobre todos y poniendo el cuarto. Quedó a tres Independiente, se puso a tiro y sueña.

Emiliano Penelas

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