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Creer o reventar, el dueño de Avellaneda es siempre Independiente, que otra vez le ganó a racing tirándole la camiseta y la historia encima para el 2-1 con el que dio vuelta un partido que le era esquivo. Penco y Mancuello, nuevamente goleadores.


Independiente parece no necesitar jugar bien para ganarle a racing, ni siquiera con un planteo de juego inentendible y mezquino, porque la camiseta demostró que también hace lo suyo y eso a veces alcanza, como vimos esta tarde en el Libertadores de América.

Cuando Diego Milito abrió la cuenta para la visita y el Rojo era puro desconcierto el resultado pintaba feo para los de Almirón, jugando otra vez al misterio de una formación difícil de comprender. El rival esperaba y anulaba los circuitos de juego de un Independiente temeroso cuya única opción de salida era Escudero, perdedor de muchas pelotas en esa función de carrilero sin proyección ni marca. Flojo lo de Bellocq, indiferente la delantera y dubitativa la defensa, que tira el off side en el área chica y termina sacando del medio.

Pero una ráfaga de fútbol y suerte alcanzó, un poco de inspiración de Montenegro, el olfato goleador de Penco y la racha extraordinaria de Mancuello lo dieron vuelta y la historia cambió definiticamente.

Sobre el final de esa etapa la salida de Escudero por lesión desgasto el primer cambio Rojo. Luego la salida de Montenegro arruinó el poco juego del Rojo. Independiente perdió la pelota por completo y racing dejó de preocuparse por quien mas podía molestarlo. Además, Pisano no tuvo una buena tarde. Y cuando Almirón aprontaba a Pizzini para darle velocidad al ataque, la lesión de Mancuello obligó a utilizar la última variante en otro cambio defensivo.

Si bien racing empujó sobre el final, el resultado no peligro y el Rojo se quedó con una victoria celebrada como siempre. Un clásico mas.

Emiliano Penelas

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