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Sobre la hora, Independiente derrotó a Instituto y dio vuelta un partido emotivo en Córdoba que lo deja en puesto de ascenso a solo una fecha del final del torneo. Montenegro y Penco, los goles.

Qué manera de sufrir, Independiente. Qué destino trágico el de esta temporada en los infiernos que no nos deja disfrutar y nos hace padecer cada partido de punta a punta. En la primera parte, si bien el planteo era bueno, con Pisano y Penco muy activos, la soledad en el ataque y la falta de precisión llegando al área rival hacían que el dominio con la pelota no se concrete en peligro sobre el arco de la Gloria.

Por el otro lado, cada centro era potencialmente una posibilidad concreta de gol para Instituto y ya desde el comienzo Diego Rodríguez había tenido que trabajar para salvar varias pelotas. Hasta que un tiro cruzó toda el área y Damiani terminó rematando sin darle chances al Ruso. Era el gol del local y un mazazo para los Rojos.

Estaba perdido el equipo e De Felippe, que salió a jugar el segundo tiempo de otra manera, y los cambios esta vez funcionaron, aunque el gol del empate llegó con un zapatazo de larga distancia de Montenegro que se clavó al ángulo y los diez minutos siguientes el Rojo estaba para aplicar el golpe de knock out que no llegó.

Todo parecía encaminarse al empate pero Independiente iba e iba peleando contra el arco de Instituto y en la última bola de la noche fue Penco, en el corazón del área chica, quien la empujó hasta que la pelota llegó a Avellaneda. Fue una victoria festejada, de puños apretados, que deja al Rojo dependiendo de sí mismo en la última fecha, que será el domingo ante Patronato en el Libertadores de América.

Emiliano Penelas

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