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Independiente perdió sin ofrecer ninguna respuesta ante All Boys y se hunde cada vez más en la pesadilla del promedio. Tuvo siete amonestados y un expulsado, pero pudieron ser más. Hace cinco que no ganamos, y sólo sacamos dos de los últimos quince puntos en juego. 

Un pésimo planteo táctico y técnico ante un rival que no ofreció nada pero supo aprovecharse del nerviosismo general de un equipo que se está yendo al descenso, más una horrible noche individual de todos los jugadores de Independiente llevaron a una nueva derrota que duele porque parece ser la daga final.

Sin consuelo en los hinchas, sin saber qué más esperar de un equipo que esta vez cayó sin presentar batalla, sin patear al arco con claridad en todo el segundo tiempo (créannos, cuando pensamos que ya nada podía ser peor que el primer tiempo, llegó el segundo y fue aún más flojo) y sólo mostrando desesperación, derivada en siete amarillas y una expulsión, que pudieron ser más.

La cara larga de Gallego al final del partido, la falta de compromiso que mostraba el plantel en el terreno de juego y la impotencia generalizada eran una postal del partido. Que comenzó con un foul infantil de Velázquez en la puerta del área y una pobre reacción de Diego Rodríguez. Mal juego de los dos, que se cerró sobre la hora con otra estocada fatal.

Es triste, muy triste este presente de Independiente. Y la resignación parece la misma para todos los que lo queremos de verdad. Así, sólo entonamos un tango... "Se vende la ilusión, se rifa el corazón... ¡Dan ganas de balearse en un rincón!"

Emiliano Penelas

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