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Independiente cayó en La Plata ante un Estudiantes que sin ser mucho más, lo superó holgadamente. El Rojo se fue silbado.



Cinco minutos le alcanzaron a Estudiantes para doblegar a este débil Independiente que se hunde cada vez mas sin dar respuestas. Fueron cinco minutos en los que apretó el acelerador y consiguió lo que quería. Cinco minutos en los que Duvan Zapata se convirtió en imparable, Román Martinez manejó a voluntad y el gol del Pincha terminó de romper el escaso temple del Rojo.

Luego, un partido de imprecisiones, sin ideas de juego ni creación, sin peso en ofensiva ni precisión en ninguna de las líneas. Así era el segundo tiempo, y aunque Independiente tenía la pelota poco podia hacer con ella. Solo algo de Battion, de lo mas digno, y Mancuello, siempre para adelante. El resto poco y nada.

Estudiantes esperaba pero lastimaba con llegadas aisladas. Su público cantaba motivado mas por la inacción del rival que por virtudes propias. De pronto, el equipo de Gallego tuvo una, que Vidal definio cruzado y la pelota se fue besando el palo. Hubiera sido un empate inmerecido pero en el contexto del partido podría haber resultado definitivo.

Ahí los de Cagna entendieron el mensaje y no necesitaron mucho más: un poquito de presión y llegar a un penal tonto cometido por Velazquez para poner el 2 a 0 definitivo. Silbidos para el Rojo, que se fue reprobado ya no por sumar una nueva derrota ni por los mas de 300 minutos sin goles, sino por lo que se ve como una falta de compromiso y entrega frente al momento crítico.

Emiliano Penelas

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