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En un partido mediocre, San Martín e Independiente empataron 0 a 0. El equipo de Gallego no le encontró la vuelta a la tarde, y dejó una imagen pálida. 


Era una tarde de sol en San Juan, era un partido "de nueve puntos", una final anticipada, pero Independiente no la jugó con esa intensidad que se pensaba era necesario ante las circunstancias.

En líneas generales, fue un encuentro mediocre, muy trabajo en el mediocampo, y con pocas luces de ambos lados. San Martín tenía la pelota pero no sabía qué hacer con ella. Independiente quería salir de contra, pero no terminaba de hilvanar ninguna jugada.

El Tecla Farías, que aparecía en soledad contra cinco defensores locales, exigía de a ratos al arquero sanjuanino en el primer tiempo. Mientras, Hilario comenzaba a erigirse como figura tapando sobre la línea en dos ocasiones.

En el segundo tiempo nada cambió. Si bien las claves parecían estar en la banda izquierda, donde Mancuello molestaba con subidas y asociándose al Malevo Ferreyra, pero era poco lo que se conseguía. La mejor jugada colectiva del Rojo llegaría por esa combinación, Santana bajaba el centro para Vidal, pero el delantero, que ingresó en el entretiempo, definió con extrema liviandad.

Hilario seguía tapando, primero con la cara en un mano a mano, luego volando hacia un cabezazo de Osorio, y los últimos minutos tuvieron a un Independiente yendo a la carga pero sin ideas. El resultado fue pobre para un equipo que debía ir a jugársela en lo que era una final y terminó siendo un empate con gusto a poco.

Emiliano Penelas

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