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Independiente no pudo con Quilmes y el empate le dejó sabor a poco al equipo de Gallego. Mal arbitraje de Delfino, que expulso al Tolo y Benitez.



Mucha bronca y desazon volvió a dejar el partido de Independiente a sus hinchas, que volvió a llenar el Libertadores de América esperando cortar la racha que ahora se estira a trece partidos sin victorias.

El Rojo arrancó mejor y el gol anulado al Tecla Farias por off side parecía que era síntoma de otra actitud y que el equipo podria, al menos desde lo anímico, transmitir otra imagen. Pero no tardó Hilario en convertirse en salvador, y a desarmarse las voluntades ofensivas planeadas por Gallego.

Al convertir Quilmes, directamente lo poco que se podía haber construido se derrumbó y lo que se vio fue una suma de individualidades mas o menos voluntariosas, pero la falta de un equipo. En la segunda parte el Rojo llegó al gol sin haber hecho nada para merecerlo, pero el Cervecero, con muy poco, lo complicaba a Hilario.

Un partido decisivo tuvo el juez, quien en situaciones muy comprometidas pitó siempre para la visita y terminó calmando la paciencia del Tolo, quien tuvo que irse a la platea. Pero la perla de la noche la tuvo la temprana expulsión de Martín Benítez, recién ingresado y por una picardía de juvenil que no merecía ni la amarilla.

Luego, el entrenador habló de mejoras y algunos incluso quisieron verlas. Seamos optimistas, pensemos que así será.

Emiliano Penelas

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