0
Parte del éxito del reconocido escritor está atado a una pelota y tiene una mirada profunda sobre el juego; autor de ocho libros, La pregunta de sus ojos le permitió al cine argentino ganar un Oscar; hizo el guión de Metegol, que irá al cine de la mano de Juan José Campanella, y el director Juan Taratuto quiere filmar su última novela, Papeles en el viento



"Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales; desconozco cuánto sabe la gente de la vida, pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol."
Eduardo Sacheri

// // //

Aunque él se esmere por dejar en claro que nada tiene de especial lo que hace, no lo logra. Aun cuando esté sentado a la mesa de un café en una esquina de Ituzaingó, relajado sobre una silla de madera, Sacheri es especial. Es tan simple como profundo, aun cuando la charla no escape de los simples parámetros que plantea el fútbol. Es tan parecido a cualquiera de sus personajes de sus cuentos de fútbol con perfume a barrio como al apasionado secretario de un juzgado, Bejamín Espósito, el personaje encarnado por Ricardo Darín en la película El secreto de sus ojos, ganadora del Oscar, una novela adaptada por Juan José Campanella, que le pertenece a Sacheri y que originalmente se llamaba La pregunta de sus ojos.

Sacheri tiene 45 años y unos 16 como escritor profesional, en los que editó ocho libros. Saltó a la popularidad cuando los oyentes de Todo con afecto, el programa radial de Alejandro Apo, comenzaron disfrutar de sus creaciones. "Empecé a escribir porque a través de la ficción enfrentaba, de alguna manera, mis fantasmas personales. Siento que escribir, más que vida material, es un medio para acomodarme los patitos en la cabeza. Si el día de mañana no vendo libros y nadie quiere hacer una película, tomaré más horas de clase."

El fútbol es parte de su vida y cuando escribe, se lo advierte. Sin embargo, en sus libros, las historias de la pelota conviven con otra cantidad de valores que nada tienen que ver con el deporte. Reparte sus horas entre las cátedras de historia que dicta en algunas escuelas, escribir el guión de Metegol 2 (ya terminó la adaptación de Metegol, el cuento de Roberto Fontanarrosa que irá al cine de la mano de Campanella) y reuniones con Juan Taratuto, que quiere llevar a la pantalla grande su última novela, Papeles en el viento. Y todo eso lo hace con un yeso en una mano. ¿Cómo se lesionó? Jugando al fútbol.

-¿Por qué escribir de fútbol?

-La decisión siempre es escribir sobre el mundo mío. El mundo en el que me crié y el mundo en el que sigo viviendo. Escribo sobre gente como yo, gente con vidas parecidas a la mía. En ese horizonte, el fútbol es como una huella de identidad muy fuerte. Te criás jugando al fútbol, mirando fútbol, sufriendo fútbol, entendiendo el mundo a partir de algunos de esos códigos.

-¿Y dónde encontrás inspiración para crear esas historias?
-El escritor está siempre mirando y escuchando. Archivás cosas todo el tiempo. Y en algún momento, me aparece una idea fuerte, una imagen que está cargada de sentido. En Aráoz y la verdad, hay un tipo que está corriendo a otro, en un partido de fútbol clave, y aunque sufra, sabe que no le va a pegar. En La pregunta de sus ojos, un tipo dándole de morfar a otro dentro de una jaula. En Papeles en el viento, los tipos saliendo del cementerio después de enterrar a su amigo. Son imágenes, ahí empiezo a construir.

-El fútbol, ¿qué es para vos?

-No creo que el fútbol sea la llave de la vida ni nada por el estilo, pero que sí es un excelente mapa de la realidad. Si vos te movés bien en ese mapa, tenés herramientas para moverte en la vida. Por el tipo de juego que es, por lo que tiene de colectivo, de estético, de azaroso, de imprevisible, por todas las cualidades humanas que uno pone en juego cuando lo juega.

-¿Qué te genera jugarlo?
-Me parece, aunque suene a una estupidez, que es divertidísimo. Un sábado que no puedo jugar el fútbol me desespera. Si me gusta mirar fútbol, escribir sobre fútbol, es porque me encanta jugar al fútbol ¿Y por qué? Porque mientras estás mirando fútbol te olvidás del mundo, porque no estás jugando solo, estás compartiendo el momento con otras personas que sienten lo mismo. El otro día lo miraba a Del Potro y me decía qué distinto que es, por esa cosa de la precisión, silencio, concentración. Vos jugás al fútbol, estás con otros y es tan cambiante la dinámica... Como que el fútbol es una máquina de picar certezas. En ese sentido me parece que es una buena escuela de vida. Porque la vida también está llena de esas cosas y te enfrentás a ella también con un mínimo caudal de recursos.

-¿Te ayudó el fútbol a ser escritor?
-Lo que me ayudó fue leer. Escribo de manera más o menos aceptable porque leo desde chico y no paro. A lo que sí me enseñó el fútbol es a vivir. Yo me hice amigo de mis amigos jugando al fútbol, yo aprendí a respetar un montón de reglas jugando al fútbol, yo conocí la índole de un montón de gente jugando al fútbol. El fútbol te enseña que no te alcanza con sacrificarte, pero si no te sacrificás. Me parece que el fútbol es una fuente de experiencia y conocimiento que aplicás a toda tu vida.

-El profesional, ¿te emociona?
-Sí, pero porque yo voy con mi ingenuidad de hincha. Así como cuando leés un libro vos suspendés tu criterio de realidad y te metés en eso. Cuando yo voy a ver jugar a Independiente también suspendo mi criterio de realidad.

-Como una anestesia.
-Es que de otra forma no podrías emocionarte, ilusionarte, sufrir. Si vos te limitás a pensar, cuando salen esos flacos a jugar, que nunca vas a tener la guita que tienen ellos, por ejemplo, y que no hay cantito más mentiroso que cantan las hinchadas que dice "que los jugadores salen a ganar, que lo llevan adentro como lo llevo yo". Mierda, lo llevan adentro como lo llevo yo, vos lo cantás porque necesitás convencerte de eso. A mí me sigue ilusionando, pero porque voy con la misma ingenuidad que cuando tenía seis años. Sé que es una estupidez, pero me la permito.

-Te inspirás en equipos sufridos.
-Creo que a la mayoría nos toca más perder que ganar. Y ligar la existencia con el triunfo es la cosa más tenebrosa del fútbol farandulero de los últimos años. Se ha dado un embrutecimiento muy grande en ese sentido.

-¿Le encontrás algún nudo a eso?
-Me da la impresión de que el fútbol siempre fue mucho más que ganar o perder. Aunque hay un discurso mediático muy fuerte por la presencia masiva del fútbol. Entonces, en ese espacio que se ocupa da para hablar muchas pavadas, simplificar blanco o negro. Quizás es una estupidez lo que digo, pero la farándula mediática opera mucho con esa cosa maniquea de blanco o negro. Y cuando el fútbol entró en ésa... Me parece que eso le hizo daño al hincha de fútbol. Si uno cree que lo único que vale es ganar, estás condenado a sufrir casi siempre, porque pocas veces vas a ganar una copa, un torneo o un clásico. Si ése es el parámetro, es un lugar de mierda para estar parado. Por eso me parece que si no recuperamos cierto placer por las formas, estamos muy mal.

-Y eso genera violencia...
-Me parece que hay una intolerancia recíproca que no permite desarrollar la capacidad para aceptar matices. No me parece casual que no te puedas cruzar con los tipos de la otra tribuna. Hace 20 años se podía. Me parece que si sos incapaz de aceptar los matices, sos incapaz de convivir con el otro. Que no vengan a hablar de pasión, que me llena las pelotas. En nombre de la pasión arman una bolsa de gatos donde entra todo. Y no hablo sólo de las barras, es para todos. En todo caso las barras son el emergente de una realidad inaceptable, de una realidad que es mucho más amplia.

"Hay grandes que escribieron de fútbol antes que yo. Fontanarrosa, Soriano, Galeano, Cortázar, que no escribió de fútbol, pero que le dio a lo cotidiano un lugar literario descomunal. Si todos estos grossos lo hicieron. Si todo lo que escribo es de fútbol, yo mismo me preocuparía. Pero lo mismo me pasaría si todo es romántico o policial."

"No quiero pensar a Independiente con los ojos de los 70, esto es lo que hay"
Una de sus tantas pasiones está vinculada con Independiente. De allí alimenta su costado de hincha. Desde allí se inspiró para escribir sobre Bochini y Pastoriza, y parado en ese lugar sufre por un presente de los Rojos que está lejos de las épocas de gloria.


-Y respecto de Independiente, así como te inspiraste para escribir cosas buenas y lindas, este presente me imagino que te inspira.
-Y si te descuidás, te inspira más. Me parece que el arte se lleva mucho mejor con la derrota, con la pérdida, con la falta o la ausencia, que con el éxito. La literatura es un rebusque para que la vida se parezca más a lo que desearíamos que fuera. Entonces, hay veces que me preguntás por qué no escribo de River o de Boca. ¿Qué vas a escribir de ellos? Me pueden inspirar más Huracán, Independiente, San Lorenzo o racing. Es que los que más sufrimos tenemos la sublime esperanza de que las cosas cambien. Ojo, eso también es combustible para que nos comamos tremendos garrones. Pero cómo te explicás que 20.000 tipos vayan a una cancha sabiendo que su equipo es una bosta. ¿Qué van a disfrutar estéticamente? No, van porque en el fondo siguen esperando que algo cambie. Eso, a su modo, es muy lindo. No se puede vivir con la nuca apuntando al pasado. No quiero pensar a Independiente con los ojos de los 70, esto es lo que hay. ¿Y hay algo de bueno en esto? Y sí, voy con mi hijo a la cancha, aunque nos toque ver a una manga de pelandrunes.

-La bronca con Independiente, ¿cómo la canalizás?
-Escribiendo, como en Papeles en el viento (allí, la historia se apoya en cuatro amigos hinchas de Independiente). Y en la cancha, soltando una puteada. O prenderse en un cantito contra dirigencias anteriores, de legalidad dudosa. Ahí saco la bronca. Lo complicado es que en el fútbol uno no sabe qué pasa. Si vos me preguntás, ¿metieron la mano en la lata? Supongo que sí, porque hay tres cuartas partes de la cancha sin construir, dicen que tenemos un pasivo pavoroso y veo el nivel de jugadores que tenemos. Entonces me digo, estamos prendidos fuego. Uno como hincha tiene apenas indicios, el problema es que esos indicios están muy condicionados por los resultados. Cuando ganamos la Sudamericana, ¿era muy distinta la realidad de Independiente? No, sin embargo, ese día para mí estaba todo bien. Es una ingenuidad tenebrosa, pero así funciona. Y ahora hay un presidente que parece que quiere hacer algo distinto. Por eso creo que lo que hace Cantero es perfecto, hay que gritarles a los barras que son unos mercenarios. No nos prendamos con la barra a gritar boludeces si seguimos perdiendo partidos. Para mí sería motivo de orgullo decir que soy de un equipo que no tiene barras.

Disfrutar a Messi
"El miedo que tengo es que nos perdamos, esperando que Messi nos dé una epopeya nacional, de disfrutar de lo que hace. Yo con él me pongo en un lugar de disfrute, a tratar de no perder la capacidad de asombro de lo que hace. A la magia, más que a una epopeya. Y si no viene no es culpa de él. No es culpa de él que haya estado Diego [Maradona], yo no quiero que Diego sea una sombra de todo lo que nos pase en el fútbol para el resto de la vida. No es culpa de Diego ni de Messi. Ojalá Messi y la selección puedan construir una epopeya."

El cuento "Una sonrisa exactamente así", una inspiración para Arsenal
Es curioso cómo un historia puede ayudar a alcanzar un objetivo. Eduardo Sacheri lo supo después, pero su cuento "Una sonrisa exactamente así" fue la forma que encontró Danilo Gerlo, defensor de Arsenal, para motivar a sus compañeros antes del partido con Boca, cuando el equipo de Sarandí goleó 3 a 0 y quedó a un paso del título del Clausura. ¿La curiosidad? Es que en esa historia, Sacheri relata cómo un muchacho intenta seducir a una mujer contándole la gesta del Maracanazo, en la que el seleccionado de Uruguay fue campeón del Mundial del 50.

La noche anterior al partido en la Bombonera, Gerlo le alcanzó a cada jugador una copia del cuento y todos reconocieron que les sirvió. "Estuvo buenísimo, el contexto era similar: la Bombonera llena, todos preparados para dar la vuelta. Ellos casi que tenían la fiesta armada. Nos motivó mucho", comentó el defensor Guillermo Burdisso. Y agregó su compañero Lisandro López: "La verdad es que todos lo leímos. Como siempre, Gerlo nos apoyó y motivó, le hicimos caso. Mirá cómo será que muchos no leían nada desde que iban a la primaria. De verdad, estuvo bárbaro leer ese cuento y nos ayudó a pensar que todo es posible".

Diego Morini
Diario La Nación, domingo 15 de julio de 2012

Publicar un comentario