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Dijimos que contra Rafaela el equipo mostró una buena cara, nada del otro mundo, rescatando el orden y el haber convertido tres goles en 90 minutos. Pero contra Vélez, y más después del regalo de Hilario que puso en ganancia al visitante, se volvió a ver en cancha lo que puede dar este plantel. Poco y nada. Sólo se salvan Julián Velázquez, Milito y el ingresado Busse. Los demás, pueden estar o no, que da lo mismo. Porque perder contra este conjunto de Gareca es penoso. Sólo les alcanzó con no equivocarse atrás, aprovechar la máximo las deficiencias rojas y ganar después de mucho tiempo. Sabemos que Ramón Díaz le está poniendo optimismo a una situación más complicada de lo que creía. Sabía dónde se metía, pero jamás pensó que se encontraría con un plantel tan precario en lo técnico, físico y táctico. El confía que con el regreso de Patricio Rodríguez (esperemos que no se lo apure y que tengamos que lamentar otra lesión) tendrá alguien que pueda cambiar el ritmo, gambetear un rival o dejar a un compañero para convertir cara a cara con el arquero de enfrente. Sabemos que Pato lo puede hacer, pero para hacerlo tendrá que tener compañeros que lo respalden en todas, y eso escasea. Se viene una semana complicada por el cuarto viaje a Quito en menos de un año e inentendible en la previa del choque contra los vecinos. Pero ya estamos en el baile y habrá que salir a poner lo mejor. No coincido con Ramón: la prioridad es tratar de jugar siempre bien y ganar, como manda la historia de Independiente que algunos dirigentes siguen sin entender.

Beto Tisinovich
Diario Olé

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