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El 23 hubo un cumpleaños. Sin la presencia física del agasajado, los que lo conocieron llevaron en sus corazones la sensación de haber estado todo el día con él.

Al señor José Omar Pastoriza, lo recuerdan todos los futboleros y mucho más sus amigos de la vida. El Pato nos dejó hace un tiempo, y a medida en la que avanzan impiadosas las conductas vacías de contenido se lo extraña más.

El Pato no era un santo, no vaya a creer; mas encarnó esa imagen del amigo, del hombre cabal con la barra, del defensor de los derechos adquiridos que hoy casi no existe.

Y tuvo con Córdoba una relación entrañable y curiosa. Esto último porque siendo el factor decisivo para la derrota más dura en la vida de Talleres cuando su temperamento obligó a los jugadores de Independiente a seguir con ocho en Barrio Jardín y ganar el Nacional, se transformó, luego, en uno de los técnicos más queridos por la afición albiazul, capaz de defender a capa y espada al club y hasta de enfrentar a la AFA con el costo de quedar fuera del circuito laboral argentino durante unos cuantos años.

Pastoriza fue, de entrada, un extraordinario jugador. Con esa manera de caminar con los pies en diez y diez, le pegaba a la pelota como pocos y su panorama en cancha era envidiable. Junto a Perico Raimondo y al Polaco Semenewicz, formaron una media cancha copera de las mejores, en tiempos en donde la Libertadores era mucho más áspera y menos marketinera. Fueron ellos el sostén de la libertad de Bochini, Bertoni y compañía de la mitad para arriba y una valla antes de llegar al Zurdo López, el Pancho Sa o el Chivo Pavoni.

Fue Pastoriza “el dirigente” gremial de los futbolistas por excelencia. Junto a Carlos Dellasavia y Carlos Pandolfi, defendieron desde adentro de la cancha a sus colegas logrando entre huelgas y discusiones frontales el Estatuto que los llenó de derechos. Eran gremialistas que trabajaban. Pastoriza lo fue mientras jugaba, no como en estos tiempos en los que los que dicen representar a los jugadores, hace ya varios años no pisan el vestuario y están más cerca de la AFA que de los afiliados cuando las papas queman.

Cuando murió, Roberto Perfumo dijo. '¿y ahora quien nos va a defender?'.

“Gracias Señor Pastoriza…”, cantaba la hinchada del diablo cuando el Pato era su técnico. Y estaba bien. El Pato no era un santo, pero como hombre común debe haber sido muy bueno saberlo amigo. Y por eso, cuando está cumpliendo 66*, uno lo imagina en un asado celestial diciéndole a algún ángel: “che guanaco, pasame el tenedor…”; mientras los “papeleros” como llamaba él a los periodistas toman nota de una charla profunda sobre la vida y el fútbol.

Osvaldo Alfredo Wehbe
* Mayo de 2008
Radio Caracol

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