0
Independiente derrotó por 1 a 0 a Peñarol en el Centenario, con gol de Parra, y se despidió de la Libertadores con un gusto extraño: dependió de sí mismo para seguir en carrera, y cayó por errores propios jugando como local.


Era imposible hacer ocho goles, todos lo sabíamos, y al mismo tiempo esperar un empate entre Liga y Godoy Cruz. Nada de eso pasó, pero el Rojo ganó el partido más complicado, cuando ya estaba virtualmente eliminado, frente a Peñarol en el Centenario y ante casi 40.000 uruguayos que esperaban la fiesta Carbonera.

La sensación, si bien es la de irse con la frente alta, deja al Rojo con el sinsabor de que perdió el partido que a priori era ganable, la semana pasada ante los ecuatorianos en Avellaneda, y en el mismo escenario dejó escapar los tres puntos contra el Tomba, finalmente último en el grupo.

El de esta noche, el partido que cuando empezó el grupo pensábamos que iba a ser de definición y festejo, trminó siendo un trámite para cumplir con el compromiso de jugar la fase inicial.

Con un equipo alternativo, el Rojo le jugó de igual a igual a un Peñarol que es cierto ya tenía la clasificación en el bolsillo, pero el traspié lo dejó como segundo de la zona.

Con buen toque de pelota, el Rojo se le animó al Manya y llegó al gol luego de una muy buena combinación entre Battión y Parra, quien definió con calidad ante la salida del arquero aurinegro. Assmann, que tuvo poco trabajo, respondió sólidamente en las pocas que tuvo que actuar.

En el complemento preocupó nuevamente una lesión de Jairo Castillo, que obligó al ingreso de Patricio Rodríguez. El Patito le dio más velicidad y frescura al ataque, con los que el Rojo bien pudo haber estirado la ventaja.

Sobre el cierre, Assmann fue expulsado junto a Olivera, luego de una pelea, y como el Turco había efectuado todos los cambios el goleador Parra debió ir al arco, renovando su chapa de figura de la noche. Ahora, sólo queda pensar en el torneo local.

Emiliano Penelas

Publicar un comentario