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De Independiente ya hablamos la semana anterior. Hicimos un análisis intentando entender lo que le sucedía, a poco más de dos meses de la obtención de la Copa Sudamericana. Contamos lo que nos parecía sobre su manera de jugar, de atacar, de defender, de los momentos de los jugadores, de algunas decisiones de Mohamed en la formación del equipo y el sistema elegido que no le estaban dando el resultado esperado.

Esa columna, la del 5 de marzo, fue escrita dos días antes de que Independiente fuera goleado por Arsenal 0-3, partido en el que –sobre todo en el primer tiempo– mostró la peor cara de sus defectos actuales. A partir de allí, hubo filtraciones desde el propio plantel y de la comisión directiva que ocuparon páginas de diarios, radios y teles. Las filtraciones hablaban (hablan) de divisiones en el plantel, de enojos de los más jóvenes con el capitán Matheu por un reparto desigual de premios, de algún futbolista que acusa lesiones que no tiene… En fin, nada que no se haya dicho de equipos que no ganan un partido durante mucho tiempo. Y, por supuesto, esto se amplifica cuando el que no gana es un cuadro grande.

Antonio Mohamed no fue original. Castigó al que lo dijo. Parece preocuparle más que alguien diga lo que ocurre que lo que ocurre. No fue original porque estas cosas pasaron toda la vida en el fútbol. Es más sencillo atacar a un agente externo que hacerse cargo de que puertas adentro todo está mal. Mohamed sabe –porque tiene experiencia como futbolista, porque es un entrenador con cierto recorrido y porque tiene calle, básicamente– que si no arregla el lío que tiene en el vestuario correrá la misma suerte que muchos de sus antecesores. El Turco sabe todo. Sabe a quién tiene que mandar a entrenarse con los pibes a Wilde, sabe quién le mueve la estantería en el vestuario, sabe quién le miente lesiones, sabe quién le va a responder si la mano sigue mal y sabe, además, quién no le va a responder. Después de la derrota dolorosa con Godoy Cruz del jueves, alguien dijo que Mohamed dependía de los resultados.

Me permito discrepar: Mohamed depende de las decisiones que tome. Llegó el momento de hacer cirugía mayor, es la hora de pasar un imaginario cedazo y quedarse con los que realmente suman. Por ahora, el entrenador cuenta con respaldo popular y ese apoyo incondicional lo puede ayudar en la decisión drástica que debería tomar.

El problema es que a Mareque y Silvera, dos de los tres que Mohamed ya había decidido sacar del equipo después de la derrota con River, el presidente Julio Comparada (procesado por la Justicia esta semana por estar involucrado en la irregular contratación de un servicio fúnebre por parte del PAMI, en 1997) decidió renovarles el contrato. Silvera, uno de los rendimientos que más enojaron al Turco, está a punto de firmar por tres años. Mareque, en cambio, está para firmar un contrato más corto. Mareque está molesto con la CD porque no lo vendieron nunca, a pesar de que en los últimos tres años hicieron mil intentos y mil inventos por darle un destino diferente.

El otro futbolista cuestionado es Carlos Matheu. El capitán es un líder natural y este liderazgo natural chocó de frente con Mareque, otro de los que pretenden ser capos. Este encono generó dos grupos antagónicos, que se miran de rabo de ojo a un costado. Y esta división es la que, según cuentan algunos jugadores que se mantienen al margen, es la que minó –desde adentro hacia afuera—el rendimiento de un plantel que sólo es eso, un plantel. Independiente, hoy, no tiene equipo.

Mohamed empezó el año creyendo que tenía el equipo armado. Era fácil: diez de los 11 firmes que ganaron la Copa y Defederico. Los bajos rendimientos de muchos futbolistas al mismo tiempo lo hicieron cambiar de idea y de prioridades. Hubo derrotas con Tigre, River y Arsenal que sumieron a Independiente en el barro de los comprometidos por el promedio y llenaron a Mohamed de dudas. Y el técnico sabe que esas dudas se las generó un plantel que no respondió a la exigencia ni a un tipo como el DT, que los potenció y les hizo ganar una plata que, en un momento determinado, ni soñaron con ganar.

Después, ocurrió lo de siempre. “Vos no sabés nada”, “Salen cosas que no son ciertas” y toda la parafernalia jugadorista que los tipos que tenemos unos cuantos años en el medio conocemos de memoria. Cuando se gana, es por “el sacrificio y el grupo humano”. Cuando se pierde, es por “el periodismo que inventa y que no sabe nada”.

Las cartas ya están echadas. Independiente tiene dirigentes que no conocen el medio, que ocultan cuentas sospechosas, que traen jugadores en negocios sospechosos, que tuvieron manager y DT de “selectivo” de una manera poco clara… Que no pudieron vender a jugadores que era muy sencillo vender y que trajeron futbolistas que el entrenador aprobó porque era eso o era nada.

Entonces, los entrenadores, los futbolistas y los dirigentes deben entender algo: si los jugadores se muestran unidos sólo ante las cámaras, si el entrenador insiste con jugadores que no dan resultado y la CD repite errores en las contrataciones y no es clara en las cuentas (por ser suave), no es por culpa de la prensa que lo transmite.

A Independiente le va pésimo por culpa de ellos. Nosotros sólo lo contamos y/o decimos que nos parece. Así será siempre.

Chavo Fucks
Diario Perfil, sábado 12 de marzo de 2011

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