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Leandro Gracián viene de convertir el gol más trascendente del semestre (clasificó al Rojo en la Sudamericana) y hasta se dio el lujo de meter el más lindo (de mitad de cancha a Banfield, en el Clausura). Tiene como virtud la constancia de pedirla siempre y tratar de hacerse eje en un equipo al que no le sobra talento. Pero tiene una inconstancia inquietante: todavía no pudo jugar un partido completo. Lo reemplazaron en los nueve que fue titular y en ocho entró como suplente. Ayer salió a los 16 minutos del segundo tiempo y pudo tener el argumento del cansancio por el partido del jueves y que Quilmes lo desgastó con faltas (seis). ¿Pero el resto?

Facundo De Palma
Diario Olé, lunes 13 de septiembre de 2010

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