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En Independiente, como en el país, se viven días alborotados y sin términos medios. La cosa parece ser a todo o nada entre oficialismo y oposición, entre halcones y palomas, entre unitarios y federales.

La turbulenta salida de Américo Gallego y la contratación de Daniel Garnero dijimos en su momento que era de un alto costo político para la dirigencia y el manager, ya que al perder las espaldas del Tolo, la crítica se iba a depositar directamente sobre ellos.

La temporada ni había comenzado cuando en el Rojo ya teníamos fogueo, cuando los refuerzos no llegaban, o lo hacían en cuentagotas, y las salidas se producía por el ducto principal. Si bien el Rojo está en un débil momento económico, lejos del saneamiento alguna vez manifestado, el desmembramiento de un plantel que supo pelear por los últimos dos campeonatos se hizo notar con toda su crudeza en los primeros tres partidos del Apertura.

Los nuevos no juegan, o lo hacen poco, o están lesionados. La esperanza vuelve a ser las Inferiores, pero no aparecen demasiadas caras nuevas, y la gente está cansada de las de siempre. No hay paciencia para nadie, y próximamente tampoco la habrá con el nuevo DT, quien podría pagar los platos rotos sin haber probado aún ningún bocado.

Gallego habló, Menotti le respondió, Comparada intentó aclarar, Noray Nakis se le cruzó, mientras la gente insultó a la comisión, el presidente, el manager y pidió por el Tolo. Entonces el Flaco volvió a opinar, y dijo que ya no va a hablar más. Pero Daniel Bertoni, ex asesor de la oposición en las últimas elecciones, se sumó a la lista de oradores, en la que próximamente tendremos más novedades.

Y mientras tanto, el equipo mañana va a empezar a jugarse lo que queda del semestre. Con un punto de 9 en el torneo local, todo indica que las fichas deben ponerse en la Sudamericana, un trofeo internacional con sistema de partido y revancha, sin demasiada exigencia de fechas.

El primer rival será Argentinos, con quien hace un par de semanas empatamos en el Libertadores de América, el mismo escenario en el que se verán las caras el jueves. Éstos 90 minutos, más los que se jugarán el domingo al mediodía, podrán ser el termómetro que indique si el estado de crispasión se exacerbará o no.

Emiliano Penelas

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