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Independiente no sólo ganó en el Monumental y rompió una racha de 13 años sin victorias en ese estadio y de 11 sin ganarle a River en ninguno, sino que además lo hizo contundentemente, jugando muy bien al fútbol e ilusionándonos a todos con que finalmente se puede aspirar a más.

Muy pocos son los hinchas de Independiente que puedan haberse ido felices del Monumental a no ser que hayan ido a presenciar un recital. El lunes, muchos disfrutamos no sólo de una victoria histórica sino que además gozamos haberla conseguido a la manera de la estirpe Roja.

Porque no se trató solamente de rescatar los tres puntos en el Gallinero, sino que Independiente salió a buscar el partido desde el primer minuto. El mérito es de Gallego, que hizo un muy buen planteo frente al equipo que lo tiene identificado y al que también él le gana por primera vez como entrenador, y de los jugadores, que supieron lo que se estaban jugando.

La foto que ilustra esta nota es contundente: seis hombres de Independiente atacan y seis de River defienden. Gallego no pudo contar con Busse, que hasta último momento estaba en duda, y se la jugó con Núñez, agregando gente con agresividad de mitad de cancha hacia adelante: Mancuello, Piatti, Gandín y Silvera. Concluida la faena, eligió a Machín para contener un poco más, darle una mano a Acevedo, nuevamente en una tarde espléndida, y liberar aún más a Piatti, para que sea quien controle el juego.

El ex jugador del Lobo, que ya le había convertido a River en esa cancha, manejó el partido a voluntad en los segundos 45 minutos, y fue a fin de cuentas la figura del Rojo por presencia, desarrollo y continuidad. Había demostrado mucho en el primer tiempo, formando por momentos un tridente junto a Gandín (de racha con el arco, por suerte, y contra los clásicos) y al despliegue extraordinario de Silvera, otro de los puntos altos del equipo, nuevamente indispensable, esta vez con gol y todo.

El primer tiempo de Independiente será difícil de olvidar, y es sin dudas la más alta producción del Rojo en mucho tiempo, por juego y contundencia. El segundo, por haber sabido manejar el juego a voluntad sin entrar en la desesperación y el barullo del rival.

Se ganó como debía ganarse en esa cancha maldita para nosotros, y ahora cómo decirle a la gente que no se ilusione...

Emiliano Penelas

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Anónimo dijo... 14 de octubre de 2009, 11:24 p.m.

Me dio vergüenza ver al Rojo gallineando en el segundo tiempo. ¿Por qué no se siguió atacando? Salvo la personal de Piatti que pegó en el palo, el resto de la ofensiva de Independiente estuvo ausente. A River había que matarlos a goles para vengar todos estos años de sufrimiento, y Gallego hizo como Borghi contra Estudiantes en la Sudamericaba. Una vergüenza.

La Caldera del Diablo dijo... 14 de octubre de 2009, 11:40 p.m.

Es cierto, Gallego planteó el partido en el segundo tiempo para frenar la marcha.
Saludos

Emiliano