0
La crisis económica se hace sentir fuerte en el mercado futbolístico argentino, en donde ningún equipo puede cerrar grandes incorporaciones, la AFA clama por el juego poceado para generar ingresos y Agremiados pide retrasar los torneos hasta que se cancelen las deudas.


El fútbol argentino está en crisis. Como la sociedad, como el país, el deporte estrella no podía ser menos y las grietas, rajaduras, parches y remiendos se ven en estas épocas en la que las billeteras no cubren los gastos de subsistencia de planteles numerosos, pocas ventas y contratos elevados.

Por supuesto que Independiente es una parte de este complejo engranaje de intereses en el cual sin la plata fresca ningún equipo puede negociar, como lo vemos en el día a día con los refuerzos que más que eso son rellenos destinados a cubrir los baches de un plantel que no demostró nada en los últimos 12 meses (y más).

Pero claro, la plata es lo que hace al mundo andar, y es lo que falta. El Rojo, como decíamos, es una parte de este mercado en el cual Boca puede contar con los nombres más rutilantes de la pretemporada, al tiempo que le cuesta retener a otros por negarse a que les reduzcan el sueldo, como Hugo Ibarra. El mismo mercado en el que River cuenta entre sus "novedades" el regreso de Ariel Ortega, en el que San Lorenzo mira más las partidas que las llegadas (y ni siquiera le entra dinero), y en el que Huracán festeja retener los nombres que lo llevaron a pelear el último Clausura.

Mientras, la AFA dice que sólo el juego poceado puede salvar al fútbol (lejos está de explicarse cómo se repartirán los ingresos de una casa matriz rica con sus integrantes cada vez más pobres) y Agremiados pide el retraso en el inicio de los torneos, hasta que se abonen las deudas de los jugadores que cada vez en mayor número hacen cola para intimar a los clubes.

Ah, en Uruguay, donde el negocio parece ser más pequeño, los equipos deudores pierden dos categorías (al fútrbol amateur) de forma automática si no cancelan las obligaciones 48 horas antes del inicio del torneo. Por supuesto, sería ilógico pensar eso en un fútbol donde hasta los más poderosos tienen deudas millonarias.

A todo esto, la televisión y su fastuoso negocio sigue creciendo, mientras los legítimos generadores del negocio miran desde afuera sus magros ingresos, es cierto también, muchas veces malgastados en un juego de nunca acabar.

Emiliano Penelas

Publicar un comentario