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Reproducimos la columna de Eduardo Verona publicada en la edición de hoy de Diario Popular. Una interesantísima nota para polemizar sobre las declaraciones de Gallego y el estado del fútbol argentino actual.

“A este plantel le da lo mismo ganar que perder. Yo les dí confianza y no me pagaron con la misma moneda. Para el próximo partido voy a hacer muchos cambios”.

Américo Rubén Gallego encuadró el 5-1 de Lanús sobre Independiente con algunas frases demoledoras. Y tocó un punto muy sensible que trasciende las circunstancias del equipo que dirige. Habló en definitiva de un plantel indiferente a la gloria o al fracaso. Como si nada lo conmoviera. Como si todo fuera más o menos lo mismo.

No puso otros ejemplos Gallego. Hizo foco en Independiente y su interminable cadena de pesares que tiraron a la parrilla a una larga lista de entrenadores que se fueron cocinando a fuego lento o a fuego intenso.

¿Qué pasa en el fútbol argentino para que un profesional como Gallego, de trayectoria dilatada como jugador y técnico se haya expresado como se expresó apuntando a la liviandad de un plantel para hacerle frente a los compromisos? ¿Es el Tolo Gallego un aventurero de la profesión? ¿Se le soltó la cadena? ¿Quiso hacer lo más fácil y deslindar responsabilidades? ¿Buscó quedar indemne de las críticas y puso en la mira las respuestas de los jugadores para salvar su propio pellejo?

La verdad, no lo parece. Como no parece que Alfio Basile haya sido un verdadero improvisado al frente de la Selección o que Diego Maradona no proponga otra cosa que entregarle la pelota a los rivales, más allá de una fallida estrategia.

Mensajes del presente
Gallego, en todo caso, expuso el tema en carne viva después de un 5-1 lapidario que lo acercó a la bronca incontenible. Y hay que repetir la pregunta: ¿Qué es lo que hoy moviliza a los jugadores? Y un interrogante adicional: ¿Es cierto que les da todo lo mismo?

Parecería imprudente decir que sí, que les da todo lo mismo, que una goleada a favor o una goleada en contra es interpretada con un sentimiento similar. No se trata de vender triunfalismo ni de demonizar la derrota. Se trata de advertir algunas señales que se vienen profundizando a nivel de clubes y de Selección. En ambos casos el común denominador es algo parecido a la ausencia de compromiso deportivo.

Gallego vio eso. Y dijo basta aunque recién haya arrancado. El Cholo Simeone también vio eso cuando decidió irse de River a los pocos meses de haber salido campeón. Miguel Angel Russo está viendo eso en este San Lorenzo que tenía todo y se quedó sin nada.

No son casualidades. No son lunares en tiempos de crisis que nunca se detienen. Son mensajes del presente. Falta grandeza en el fútbol argentino. No es serio que los planteles se la pasen enterrando técnicos (con la anuencia de los dirigentes) esperando que arribe la próxima víctima, como por ejemplo está ocurriendo en Independiente.

“El fútbol es el gran alcahuete de la aldea global. Si hay violencia, intolerancia e individualismo exacerbado en la sociedad, el fútbol también la expresa y la amplifica”, nos dijo Roberto Perfumo hace una década. El diagnóstico del ex zaguero central de racing, Cruzeiro, River y la Selección quizá pueda acercar alguna explicación a la dinámica decadente que hoy atraviesa al ambiente del fútbol.

Gallego no esperó casi nada para salir con los tapones de punta. Ricardo La Volpe cuando conducía a Boca, tampoco se abrazó a los silencios. Y le pasaron una factura colosal, tanto en Boca como en Vélez.

El Tolo Gallego prometió cambios. Hay que ver si alcanzan.

Eduardo Verona
Diario Popular, martes 7 de abril de 2009.

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