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Reproducimos esta muy buena nota de opinión escrita por Eduardo Verona para Diario Popular.


Creer o reventar. Independiente ganó, gustó y goleó. El 4-1 ante Newell’s en la noche del viernes acercó una certeza que consagró el fútbol de todos los tiempos: las palabras y los comentarios previos se los lleva el viento.

Miguel Angel Santoro, abrumado por la marcha desconcertante del equipo que en cada partido conquistaba un juramento y una gran traición, no aguantó más y se fue. La realidad es que el plantel nunca se lo bancó, más allá de algunas tibias desmentidas. ¿Qué le reprochaban? Lo que los jugadores reprochan cuando no quieren a un técnico: poco diálogo y poco entendimiento. Simplemente, una mentira piadosa.

“Cuando los jugadores declaran por lo bajo o en público que el técnico no tiene llegada o no lo entienden es porque lo quieren voltear”, nos dijo José Yudica a los pocos días de que Ricardo La Volpe abandonara Boca.

La frase de Yudica parece trascender a la relación tumultuosa que tuvo La Volpe con aquel plantel de Boca que se dejó arrebatar el Apertura de 2006 a manos de Estudiantes. Provocaba rechazo La Volpe en Boca. ¿Provocó rechazo Santoro en Independiente? De mínima, no despertó adhesiones. Y se quedó solo. Por eso renunció.

Este plantel de Independiente que gana y pierde como en una ruleta rusa y que liquida entrenadores en un par de meses, ¿refleja un nuevo orden que se instaló en el fútbol argentino? Ese nuevo orden es el poder de los jugadores sobre la figura de los técnicos.

Assmann y el único abrazo que recibió Pepé
de un jugador tras el partido con Newell's

Cuestión de poder
Daniel Passarella, a propósito de esta puja, marcó una diferencia cuando él conducía a River. Y comparó: “En Europa esto no pasa. El entrenador tiene la manija. Y decide lo que está bien y lo que está mal. Los jugadores hacen lo que les indica el técnico, porque el poder lo tiene el técnico”.

Aquí, en la Argentina, esa dinámica que Passarella rescató como un valor importante del fútbol europeo, está en proceso de gran transformación.

Los entrenadores fueron resignando espacios para no confrontar con nadie y hoy son blancos fijos para los planteles, los dirigentes, la prensa y los hinchas. Santoro, en todo caso, es una víctima más de este modelo que empuja y arroja hombres por la ventana como si fueran caramelos. Hasta que le toca al próximo. Y después al que sigue.

El episodio entre Riquelme y Maradona abona esta realidad. Riquelme, viejo reincidente en abandonar la Selección de la noche a la mañana, quedó estigmatizado como la víctima de una maniobra urdida por Diego, cuando lo que en verdad disputaba el enganche de Boca era una cuestión de poder. Riquelme quiso tener más poder que Maradona. Y lo enfrentó con sus silencios y sus palabras.

El mensaje no se puede subestimar. Detrás de ese mensaje existen otros. Menos individualistas, más colectivos, pero siempre muy interesados en obtener algún tipo de ventaja en desmedro de la autoridad del técnico de turno.

Maradona se protegió como pudo. Santoro, en cambio, pudo protegerse hasta cierto punto. Cuando advirtió que lo habían colocado en el foco de todas las tormentas, aunque se habían elevado algunas voces que intentaron respaldarlo, buscó refugio en la retirada.

Va a ser muy difícil que los técnicos recuperen lo que ya perdieron. Los jugadores les ocuparon la cancha. Les impusieron condiciones duras. Los arrinconaron. Y tomaron la iniciativa. Para bien y para mal.

Y de este viaje, por ahora, no se vuelve.

Eduardo Verona
Diario Popular, domingo 22 de marzo de 2009.

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Esteban dL dijo... 23 de marzo de 2009, 8:46 a.m.

muy muy de cuarta el manoseo para con pépé... muy triste...

La Caldera del Diablo dijo... 23 de marzo de 2009, 11:36 a.m.

Lo hemos dicho, si se tenía que ir no era por resultados futbolísticos sino para alejarse de tanto manoseo de su figura. Saludos

Emiliano

Sergio dijo... 23 de marzo de 2009, 2:43 p.m.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sergio dijo... 23 de marzo de 2009, 2:46 p.m.

Pepé, te vamos a extrañar, no te tenías que ir. Los que se tendrían que ir son unos cuantos jugadores con falta de códigos, encima de muertos. Demostraste tu grandeza una vez mas, si hasta a Gandín le permitistes jugar. Yo ni al banco lo convocaba.

La Caldera del Diablo dijo... 23 de marzo de 2009, 3:08 p.m.

Sergio: el último partido Pepé les dio lugar a todos los que lo criticaron.
Saludos

Emiliano