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Independiente tenía la chance de terminar de manera decorosa un año para el espanto. Pero no, fue goleado y apabullado por San Lorenzo. Lo del Rojo, que jugó un tiempo y medio con uno menos por expulsión de Ríos, fue muy triste, y si no perdió por más fue porque el Cuervo se apiadó.


No hay caso, la caída libre parece no detenerse, el equipo de Santoro no tiene respuestas, no sabe frenar el juego del rival y ni siquiera reviste inteligencia para encarar los partidos, cerrarse atrás o esperar al contrario. Lo peor de todo es que la situación es cada vez más preocupante, y no hay vistas de mejorías.

San Lorenzo salió a jugar con el resultado puesto de Boca: su empate ante Gimnasia en La Plata le permitía al Ciclón, escolta desanimado, envalentonarse para tratar de conseguir la victoria. Independiente también sabía esto, pero creemos que los jugadores estaban al tanto de que amargándole la fiesta al menos terminarían el año con una mejor impresión de todo lo realizado hasta aquí, más que olvidable.

Sin embargo, el Rojo fue apenas un sparring del Cuervo, un equipo de esos que se paran delante de la Primera en un entrenamiento de jueves, donde no hay demasiada oposición y los titulares pueden florearse a la vista de su técnico. El partido derivó en un entrenamiento de San Lorenzo, con mucho público, eso sí, que pudo ver lo mal que juega Independiente, que ni siquiera fue inteligente de no cometer faltas cerca del área, teniendo enfrente a un especialista como Adrián González.

A él justamente le sacó un disparo terrible Assmann, pero de ese corner vino el primero, tras centro del paraguayo Aureliano Torres y cabezazo de Pablo Barrientos cuando iban 19 minutos de juego. Si el gol fue demoledor (se veía que Independiente ya no podría remontarlo) lo que siguió fue tremendo. La impotencia de Independiente empezó a pagarse con tarjetas, y el equipo de Russo seguía buscando ampliar el marcador, lo que conseguiría en apenas unos minutos a través de Santiago Solari (figura del partido) y la expulsión de Leonel Ríos, tras una falta a Barrientos que significó su segunda amarilla. Demasiado para un equipo que no tenía la mínima chance de remontar nada.

Sobre la hora, San Lorenzo conseguía el tercero y ahí la cabeza de los hinchas (y suponemos que también la de los jugadores) pedía no jugar el segundo tiempo, que podía ser, si San Lorenzo se lo planteaba, demoledor. Sin embargo, cuidando quizás un poco las piernas, apiadándose del rival en desgracia, o pensando en que quizás deban jugar un triangular desempate con Tigre y Boca, los azulgranas bajaron los decibeles y el encuentro pasó a ser decididamente un entrenamiento con público.

Con el partido 4-0, el gol de Núñez quedará sólo para la estadística. Los hinchas de Independiente desde hacía rato veníamos pidiendo que se termine no sólo el partido, sino el campeonato.

Emiliano Penelas

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