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Se vienen seis fechas en las que aparentemente el Rojo no jugará por nada. Sin embargo, muchos de los jugadores fueron advertidos por Santoro: serán para examinarlos y planear el plantel a futuro. ¿Pepé pasa la escoba?


Cuando se dice que no se juega por nada, a veces muchos deberían evaluar varias circunstancias. Una de ellas, que debería ser la primera para los jugadores, es su propio futuro. Dentro de un mundo egoísta y profesional, donde evidentemente nadie juega ya por amor a la camiseta, los propios interesados en salir de esta situación deberían ser los propios protagonistas.

Un plantel que no ha ganado nada, con excepción de Montenegro, Pusineri y Ríos, campeones con el Tolo Gallego en 2002, el resto del equipo no ha conseguido títulos ni en Independiente ni en otros equipos. Tampoco podríamos considerar, más allá de cobrar buenos sueldos, que estén salvados económicamente, ni que tengan un futuro asegurado, con excepción quizás de algún joven que tenga en mente alguna transferencia, la que se va a retrasar en la medida que sólo tengan esto para exhibir.

Por lo tanto, la advertencia de Santoro de tomar las próximas seis fechas como examen para determinar cómo conformar el plantel 2009 del Rojo debería funcionar como advertencia seria para muchos de los que actualmente conforman el equipo. Muchos que no han rendido lo suficiente hasta ahora parecen tener las horas contadas en el Club, pero habrá que ver cómo toman los desafíos que vienen.

Más allá de eso, si vamos a cuestiones románticas que desde hace tiempo no son prioridad, podríamos pensar que para muchos de ellos el sólo hecho de ponerse la camiseta de Independiente debería ser motivación suficiente para salir a jugar con todo un partido. Algunos jugadores deberían estar agradecidos de ser parte no sólo del Rojo, sino del fútbol argentino.

¿El llamado de atención de Santoro equivale a que a fin de año habrá una pasada de escoba general? Ni eso ni perdonar vidas por el simple hecho de la caridad personal, pero evidentemente si Pepé piensa mantenerse en el cargo deberá formar un plantel a su medida.

La situación de la Reserva y la Cuarta división son diametralmente opuestas. No sirve una Reserva plagada de profesionales, refuerzos que no han jugado, muchos que ni siquiera se han sentado en el banco de suplentes y le quitan el lugar a los juveniles del Club. La Cuarta, segunda en su categoría a una fecha del final, es el claro ejemplo de que el aire fresco viene desde adentro.

Y si bien consideramos que este no es el momento de poner juveniles sin razón, sí es tiempo de mirar hacia abajo y empezar a darle minutos de a poco. Los malos procesos deberían ser sobrellevados por los experimentados del plantel, los que pueden asumir la responsabilidad en la adversidad. Un juvenil de 19 años no puede ser el salvador de un equipo a la deriva.

Quedan seis fechas, se juega por mucho. Los jugadores, y los hinchas, deberían saberlo.

Emiliano Penelas

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