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Argentina jugó el mejor partido en lo que va de los juegos y derrotó a Holanda en tiempo suplementario. Messi, el mejor de la cancha, junto a Di María, Pareja y Mascherano son la columna del equipo, que de a poco empieza a encontrar su nivel. En semis, contra Brasil el martes.


La Selección olímpica argentina venía de menor a mayor. Pasaban los partidos y, lo mencionábamos, el juego mejoraba con el correr de los minutos. Pero no había más chances de probar, ahora llegaban los cuartos de final y la hora de las eliminaciones directas.

Holanda, un rival siempre complicado, que maneja bien la pelota, es prolijo en sus marcas y ordenado en el funcionamiento colectivo, fue una dura prueba para el equipo de Batista, que jugó el mejor encuentro en lo que va del certamen.

Mucho de eso se pudo ver desde el inicio. El primer cuarto de hora de la Argentina fue muy bueno, y por suerte se cerró con el golazo de Messi, que eludió al arquero y puso la pelota entre el defensor que cerraba y el palo, en una exhibición de cómo debe definirse un mano a mano.


Luego la Naranja salió a buscar más arriba y el partido se llenó de espacios para los atacantes argentinos, pero también con alguna que otra preocupación que pasaba Ustari. Y de pronto una distracción, un tiro libre, un rebote desafortunado y Bakkal que se encuentra con la pelota para empatar el partido e irse al descanso como había empezado.

Agüero tuvo una clarísima apenas empezado el segundo tiempo, pero el Kun, que no anda derecho en los Juegos, se apuró en el remate cuando podía avanzar un poco más. Y eso que hinchas no le faltaban. Además de su suegro, Maradona, en la platea estaban Julio Grondona, Atilio Di Pace y Noray Nakis, parte de la familia Roja.


Otro ex Independiente que se las vio feas fue Ustari cuando en una pelota sin trascendencia salió del arco a cubrirla para que se vaya por la línea de fondo y en un mal giro su rodilla se trabó. Cambio y lágrimas en los ojos de Oski, que deberá someterse a estudios para saber si podrá continuar o no en China.

El partido se diluía con Holanda teniendo las últimas chances antes del suplementario. Los 90 minutos habían dejado un juego brusco por parte de los europeos, que no encontraron sanciones en el permisivo juez estadounidense. También destacaba la labor de Di María, nuevamente titular, y la solidez que durante todo el campeonato mostró Nicolás Pareja y por supuesto Javier Mascherano.


En el alargue Argentina parecía con más ánimo y así lo confirmó a través de Lionel Messi, figura del equipo, que metió cuando se terminaba el primer parcial, un pase bárbaro (bochinesco dijo Walter Nelson por televisión, y no se equivocó) para que Di María, entrando por izquierda detrás del último defensor holandés, defina cruzado con tres dedos sobre la salida del arquero, a lo Burruchaga en México.

Para la anécdota quedará que en la mediacancha esperaba para entrar Diego Buonanotte y el cartel estaba puesto para que saliera el autor del gol. El cambio se hizo unos minutos después, y aunque de todas maneras se fue Di María, ingresó Banega para mantener la pelota y aguantar los quince minutos que faltaban para ir a semifinales contra Brasil, el próximo martes a las 10 de la mañana argentina.

La felicidad en el banco y en la gente que siguió el partido no sólo fue por el triunfo, trabajoso y exigido, sino porque además el fútbol que puso hoy en la cancha Argentina fue el que se quiere ver.

Emiliano Penelas

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