2
En otro partido sin buen fútbol, Independiente sumó su cuarto empate consecutivo, nuevamente sin goles ante un Vélez que también se jugaba la clasificación a la Copa Sudamericana. El Rojo todavía no aseguró su lugar, pero el resultado lo terminó favoreciendo.

Grisales le gana en lo alto a Zapata. El colombiano fue la figura del Rojo.


Independiente hace acordar aquel chiste acerca del Rey de los Monos, por aquel equipo al que le decían "Tarzán" ¿por qué? "Siempre en pata". Cuatro empates consecutivos no suman en el fútbol de hoy, en donde los cuatro puntos obtenidos es igual a haber ganado uno, empatado otro y perdido dos. Claro, hubo más solvencia defensiva, hace tiempo que Assmann no recibe goles, se juega un poco mejor y no se pierde, que siempre mantiene la moral alta.

Sin embargo, el Rojo hoy se jugaba una final junto a Vélez. Ambos peleaban por entrar en la Copa Sudamericana y si bien el resultado le terminó sirviendo más al Rojo que al Fortín, fue un pobre partido con algunas emociones sobre la hora, cuando parecía que los protagonistas se dieron cuenta de que jugaban por algo más que los tres puntos domésticos.

El primer tiempo fue bastante aburrido y la pelota estuvo más tiempo en el aire que en el piso, fue maltratada y sólo algunos destellos de Grisales, que aún jugando "a media máquina" es el generador de fútbol del equipo, y la potencia de Denis, siempre inquietando, generándose sus propias chances de gol y preocupando a la defensa rival.

Sosa, nuevamente acompañándolo en el ataque, tuvo esta vez un mejor comienzo, pero de a poco empezó con las pérdidas de pelotas imposibles, la pelea, con un juego sucio, desprolijo, cayendo al piso, sin ideas...

Vélez llegó por el medio, en muchas jugadas preocupantes, con un Gioda que no hizo pie en ningún momento del partido y que solamente se dedicó a reventar la pelota lejos del área. Guillermo Rodríguez fue lo más fuerte de la defensa, junto con un Mareque que por momentos se iba al ataque y era peligroso, pero también trasladaba más de la cuenta, se empecinaba en gambetear rivales y correr riesgos inútiles. Matheu sólido, aunque falló en las salidas. Aunque lo de Assmann fue bueno en líneas generales, tuvo un par de salidas en falso en la primera mitad y falló en todos los saques de arco.

En la segunda mitad el partido se hizo más emotivo. Aun sin juego asociado ni buen pie, crecieron las emociones de dos equipos que a medida que pasaban los minutos comenzaron a poner más voluntad y coraje. Por suerte para el Rojo, ni Escudero ni Balvorín estuvieron en su mejor tarde, pero complicó mucho el ingreso de Jonathan Cristaldo, quien por la derecha del ataque de Vélez complicó a Mareque.

Fue en el complemento que Damián Ledesma terminó de concretar el gran partido que venía realizando, cuidando el balón, distribuyéndolo hacia los costados, cortando juego y generando contragolpes. Asociado a él, Pusineri volvió a ser garra y lucha en el mediocampo y Grisales, también con cuentagotas, siguió siendo el motor de juego del Rojo que encontró compañía y velocidad con el ingreso de Patricio Rodríguez, que en la media hora que jugó aportó frescura y encare, algo que le estaba faltando al Rojo.

También fue el tiempo en que ingresó Cristian Ledesma. El paraguayo tuvo quizás la más clara, cerca del final, cuando Grisales le dio un pase en cortada a espalda de los centrales velezanos y el guaraní, solo frente a Montoya, definió mal.

En los últimos minutos, ya de ida y vuelta, el encuentro se jugó como esos picados en donde no hay mediocampo, y ambos equipos fueron a todo o nada. Independiente buscaba los tres puntos que le aseguraban la clasificación a la Copa Sudamericana. Vélez sabía que el empate favorecía al equipo de Borghi, que ahora le alcanzará con empatarle a Arsenal en la última fecha.

Emiliano Penelas

Publicar un comentario

Miedo Escénico dijo... 8 de junio de 2008, 7:05 p.m.

lamentablemente es cierto, otro partido sin buen futbol, pero me da la impresión que son esos partidos quye antes aparte de no jugar bien se perdían.