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Como es una noticia que no tiene “rating”, los que respetamos y amamos de verdad al fútbol, nos atrevemos a informar que a causa de las hemorragias internas producidas en su cuerpo, luego de haber sufrido un asalto a principios de mes, ha fallecido Darío Dubois.

Con la camiseta de Midland, y la cara pintada

El ex zaguero central de Yupanqui, Lugano, Ferro Carril Midland, Deportivo Laferrere, Deportivo Riestra, Cañuelas, Deportivo Paraguayo y Victoriano Arenas, entre otros clubes, murió en el hospital Paroissien del partido de La Matanza, en el que estaba internado desde hacía casi diez días. En total jugó 146 partidos y anotó 13 tantos.

Los restos del infortunado jugador fueron sepultados en el cementerio de la localidad bonaerense de Villegas, donde se crió y vivió.

Dubois, de 37 años, no pudo recuperarse de las heridas sufridas en un ataque del que fue víctima una noche de principios de mes por delincuentes que lo balearon en una de sus piernas y en el estómago, cuando abandonaba una sala de recitales en la localidad de Isidro Casanova, donde trabajaba como sonidista.

Su vida fue la típica vida de "un laburante del fútbol" como la de la mayoría del ascenso argentino. Este singular personaje que jugaba con la cara pintada como los músicos de Kiss, para dar cuenta de su fanatismo por el metal, se vio obligado a dejar la actividad hace casi tres años, porque no pudo "costearse" una operación de rodilla por una rotura de ligamentos cruzados, mientras actuaba para Victoriano Arenas, su última institución. Es que ni el club de Valentín Alsina ni Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) se hizo cargo de la intervención quirúrgica.
Predicaba con el ejemplo. A mediados del '95, cuando defendía la camiseta de Lugano, una empresa auspiciaba a la entidad de Tapiales y prometió abonarle $ 40 por partido ganado a cada uno de sus jugadores.

El elenco bonaerense había alcanzado tres triunfos consecutivos y cuando se aprestaba a disputar el cuarto partido, Dubois adoptó una postura singular, en la que puso en evidencia sus ideales, tal como después le comentó a su amigo, el periodista Marcelo Massarino: “Como no nos habían pagado decidí llevarme una cinta aisladora negra para taparme la publicidad de la camiseta. Pero justo en ese partido (frente a Acassuso, en Boulogne) me la olvidé. Y entonces, como había llovido, apenas salimos a la cancha hice como que me persignaba, agarré barro y me tapé la publicidad. La camiseta naranja quedó toda cubierta por el barro. El sponsor se ‘cagaba de risa’ de nosotros y no nos pagaba. Yo, con esa guita, viajaba", relató para argumentar el porqué de su rebeldía.

O cuando denunció a un dirigente de Juventud Unida (Juan José Castro), mientras jugaba para Victoriano Arenas, que supuestamente le había ofrecido dinero "para perder, para que ellos ganasen y para que él entrara en una reelección en (el municipio de) San Miguel. Una rata inmunda", apuntó.

Esa y muchas otras historias le valieron enojos y fastidio de directivos y entrenadores que no entendían su comportamiento. Pero a la vez le permitieron lograr reconocimiento de muchos pares, parte del periodismo y de diversos foros de hinchas, como el que suele ingresar en el sitio “En una baldosa”, que lo había adoptado como una suerte de símbolo del futbolista del ascenso.

(Extracto de la nota publicada por http://www.soloascenso.com.ar/, y que gentilmente nos facilitara Miguel Ángel Giordano, periodista y escritor, cronista del Club Atlético Atlas)

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