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Íbamos a Sarandí con la esperanza de ver ganar a Independiente, como se va siempre a la cancha, pero esta vez sentíamos que era especial porque había que cortar la racha negativa de este último tramo del campeonato, porque ya no se jugaba por nada y porque Arsenal, habiendo sido campeón de la Copa Sudamericana entre semana, quizás llegaría con menos pretensión de hacer fuerza ante un rival que le debía a su gente y a sí mismo un último esfuerzo. Nada de eso pasó.

Los jugadores de Independiente, cabizbajos al fin del primer tiempo

Desde el comienzo los del Viaducto fueron superiores a un Rojo que entró a la cancha pensando, quizás, en que termine esta pesadilla en que se terminó convirtiendo un Torneo Apertura que lo tuvo como líder indiscutido y terminó penando en la mitad de la tabla. Viéndolo en la platea daba la sensación de que Arsenal no quería convertir el gol que sentenciara a Independiente.

Primero fue una pifia de Rodríguez que deja la pelota corta para que Andrizzi, una de las figuras del Arse, rematara desde afuera. Luego una gran jugada del "Papu" Gómez, quien luego de eludir a tres defensores entró por el medio del área y definió mal por encima de Assmann. Por último, Christian Díaz entrando como 9, no llegó a empujar el centro cruzado.

Independiente, sólo inquietó un poco con alguna tibia subida de Mareque, y una media vuelta que terminó en un pelotazo cruzado de Denis por encima del travesaño. El goleador del campeonato fue el único que a lo largo de los 90 minutos se esforzó y peleó siempre.

De pronto, sucedió lo inesperado: una pelota que le cae a Oyola luego de una falta que el árbitro deja seguir, el Pony que remata desde la media luna, el balón se desvía en la pierna de Matellán y descoloca a Cuenca. Sin dudas, el 1 a 0 era absolutamente inmerecido, pero así terminaba la primera etapa.

Tiempo de refrescar las ideas de un Rojo que cayó en picada

El segundo tiempo comenzó con explosiones, y no eran justamente el arsenal que, valga la redundancia, gastó Arsenal en pirotecnia antes del encuentro, para festejar su triunfo internacional. Sucede que en diez minutos pasó mucho más que en la aburrida primera etapa.

A los dos minutos un centro desde la derecha cruza toda el área y encuentra muy mal parada a la defensa Roja, sin Moreira en su lateral y con un Assmann que queda a mitad de camino, la pelota es devuelta por Andrizzi al medio y Calderón, parado solo sobre la línea del área menor, conecta de cabeza a la red para igualar el juego.

Sólo tres minutos más tarde, es nuevamente Andrizzi quien juega una pared con Gómez y se mete entre Báez y Rodríguez para definir por encima del arquero. La ventaja era justa para los de Sarandí, pero la bronca del buen número de hinchas Rojos en el Viaducto empezó a hacerse notar.

Si bien se detuvieron un poco cuando Denis marcó, con un bonito cabezazo cruzado, el empate de Independiente, y el 18º gol de su cosecha. Sin embargo, a los 9 minutos otro centro complica a Independiente, aunque la pelota no era de riesgo, porque Andrizzi ya no llegaba. La que si llegó, torpe y sin sentido, fue la mano de Moreira, como un arquero que rechaza con los puños en el punto del penal. Pezzotta, de frente a la jugada y a menos de tres metros del cuatro Rojo, marca la clarísima falta que ejecutó con precisión Caldera. El equipo de Alfaro se ponía 3 a 2.

Acá quisiéramos detenernos para comentar la estupidez de quienes insultaron a Calderón por haber gritado el gol. Olvidan todo lo que el goleador dio por el Rojo, y lo condenan por un grito que no fue ofensivo ni tuvo la intención de serlo. Caldera demostró además, a los 37 años, que luego de haber jugado los 90 minutos de la final del miércoles, habiendo estado cerca de convertir dos veces, hoy se volvió a aguantar todo el partido bajo la calurosísima tarde, anotó dos tantos y le anularon uno, que definía magistralmente, desde el piso, cruzado al segundo palo, aunque en el inicio de la jugada estaba en offside.

Esa fue justamente la otra jugada que tuvo Arsenal para aumentar el marcador, aunque no fue la única, porque cada contragolpe era mortal para la defensa Roja. De nuestro lado, mientras bajaban insultos al por mayor para cuanto jugador fuera, aparecieron algunas tímidas jugadas del reaparecido Enzo Bruno, y una proyección individual de Oyola, que terminó definiendo mal ante la salida de Cuenca.

Así, entre insultos y sin siquiera inquietar con la entrada de Moreno, se terminó un campeonato que nos dejó novenos, a diez puntos del campeón.

Emiliano Penelas

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