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Apagados ya los últimos destellos que el brillante sol hacía sobre los espejitos de colores de ese mundo de fantasía que son los partidos de la selección, con players venidos en su mayoría de tierras extrañas en donde florecen los euros, la fama y el jet set, se enciende sobre el crepúsculo la luz tenue de nuestro torneo local.

Mariano Herrón, listo para volver
luego de la fecha de suspensión

De a poco, debemos volver a pensar en que vamos punteros, en que Lanús está un punto abajo y organiza banderazos con 3000 hinchas enfervorizados que quieren el primer título para la institución del sur; en que Boca vuelve tras sus eternos rumores de desconcierto y disputas internas; en que River sueña una vez más con renacer de sus cenizas; en que San Lorenzo cree que aún puede. ¿Y el Rojo? Ahí está, mirando a todos desde arriba, y eso, a pesar de algún traspié, es lo importante.

Independiente tiene que creer en sí mismo, y los jugadores así lo afirman en sus declaraciones. El plantel tiene ganas de lograr un título, que no sólo es quedar en la historia y la satisfacción que puede darnos a todos, sino que para ellos representa también un beneficio económico, una posible transferencia y un logro deportivo que no todos pueden alcalzar. Todas estas razones más que suficientes para que confiemos en ellos y en su desempeño.

Así, entonces, el receso tiene que haber servido para recargar los ánimos, el temple y también el físico, como son los casos de Assmann y Calello (todo hace prever que estará en el once titular el domingo). Frente a San Lorenzo es un partido fundamental, como todos los que restan, pero este más, porque es el primero, porque es de local y porque será, si ganamos, un claro mensaje al resto. Que el Rojo vive, y va para más.

Emiliano Penelas

PD: una recomendación cinéfila, que ha inspirado la poética de esta editorial; no dejen de ver la última película (ni cualquiera de las anteriores) de Aki Kaurismaki, "Luces al atardecer".

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