0
Noche de sábado, estadio colmado, poco fútbol, como viene siendo costumbre. El equipo nuevamente comenzó con tibieza, ante un adversario que sorprendió desde el inicio al salir a jugarle de igual a igual al Rojo de Troglio. Mientras los muchachos de camiseta roja no acertaban a darle la pelota a sus compañeros, los verdinegros eran precisos, sin demasiado lujo, pero peligrosos en el ataque.
Troglio probó tres variantes y si bien los pibes del club daban una buena imagen -Fredes confirmaba que necesita más minutos, Calello clarificaba el mediocampo y Sosa intentaba por afuera-, el generador de fútbol que debía ser Montenegro no aparecía, y la defensa, sobre todo entre los dos centrales, daba demasiadas ventajas.

Irresponsabilidad: otra vez tribunas colmadas.
Sigue el peligro de derrumbe.

Fue inteligente el planteo que hizo Teté Quiroz, presionando bien arriba, sin dejar salir con claridad al fondo de Independiente, que se vio obligado a buscar permanentemente el pelotazo. Así, Denis no recibía ni una clara, y Sosa se perdía en nebulosas. San Martín de San Juan fue creciendo en su juego y aumentando las llegadas. Diecinueve minutos le llevó conseguir la ventaja y, aunque duela decirlo, era justa. Herrera, Tonelotto y Carreño eran complicaciones permanentes. Moreira no conseguía frenar los avances por su lateral y Mareque, proyectándose al ataque, no terminaba bien lo que insunuaba como buenas incursiones en capo visitante.
Para cuando pasábamos la mitad del primer tiempo no era descabellado pensar en que los sanjuaninos merecían más, mientras que pedíamos por favor orden y que terminara esa primera etapa que mostró quizás lo más flojo de Independiente en el torneo, una prolongación del encuentro con Gimnasia. Sin embargo, el segundo tanto de Herrera, sobre la hora, nos hacía pensar en otra noche negra, y nos íbamos al vestuario con un 0-2 difícil de remontar. Hasta que Sosa encontró una pelota fuera del área y clavó un zapatazo salido de otro partido, para poner el más calmo 1-2 con el que fuimos al entretiempo.
La segunda parte fue de ida y vuelta. La sensación antes de que comience era que Independiente debía salir a buscar, como es lógico, pero sin desesperarse, porque podía llevar a un desequilibrio defensivo, que sin embargo se dio, y si no se concretó es porque San Martín falló constantemente en la definición frente al arco.
Sin embargo hubo un factor que cambiaría gran parte del juego, el ingreso de Rodrigo Díaz. El "Rengo" hizo lo que el Rojo necesitaba, claridad de pase, pie firme con el balón y dinamismo. Fue el socio que precisaba Montenegro, y permitió que se jugara en tres cuartos de cancha del equipo cuyano. Su insistencia hizo que San Martín retrocediera unos metros, y si bien de contragolpe pudo liquidarlo, ya no fue el mismo de la primera etapa.

El "Rengo" ya le pegó, Montenegro
de cabeza pondrá el 2-2 definitivo.

A los 27 minutos Montenegro puso el empate con un cabezazo frontal, y con emotividad se llegaba a un 2 a 2 que parecía demasiado premio para un equipo barranca abajo en lo futbolístico y en lo anímico. Tanto que Assman se llevó su pequeña cuota de héroe de la noche cuando en la última del encuentro tapó un mano a mano a Carreño.
Así el encuentro, con el pitazo de Laverni, la sensación fue que se ganó un punto. Y luego de dos derrotas consecutivas, es muchísimo. Ojalá el Globo sirva de despegue.

Emiliano Penelas

Publicar un comentario