En otra noche para el olvido, Independiente cayó por 2 a 0 ante Belgrano en Arroyito y se despidió de la Copa Argentina en octavos de final.
El 1° de agosto es una fecha especial en el que se celebra el Día de la Pachamama. Es decir, el Día de la Madre Tierra. Por lo tanto, y a modo de tradición, se suele tomar caña con ruda para curar las enfermedades del invierno y para preparar el cuerpo de cara a "los ardores del verano". Si los jugadores de Independiente siguieron el ritual no lo sabemos pero en la cancha volvimos a ver una imagen desastrosa.
Nos ganó, y por momentos bailó, un equipo que tiene un técnico que odia la pelota, que desprecia el juego y que no se caracteriza por el juego bonito. Lo padecimos en carne propia.
El primer gol llegó a partir de un cabezazo de Jara, que juega desgarrado y mide 10cm menos que Lomónaco pero igual le ganó en el salto cuando se jugaba un minuto de descuento. El segundo, un remate desde Córdoba que Zelarrayan, completamente solo, puso abajo en un ángulo a los 26 minutos del segundo tiempo. Del Rojo, otra vez despreciando su color histórico y vistiendo de blanco, solo contamos un tiro al arco promediando la segunda parte.
No hay equipo. Hasta los que jugaban algo ahora juegan mal. Loyola y Cabral no existieron, Cedrés no hizo olvidar a Marcone. La defensa es frágil. No hay medio campo, tampoco hay 9. Hay una baja general de las individualidades, pero también un desorden de funcionamiento asombroso. Se necesitará mucha caña con ruda para sanar este presente.
Emiliano Penelas
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