0

En el regreso de los hinchas al Libertadores de América Independiente igualó con Gimnasia 1 a 1, en un partido donde se jugó con el pulso acelerado, pero poca claridad. Los goles llegaron sobre el final de la primera parte. Silvio Romero marcó la igualdad del Rojo.

La tarde comenzó con mucha ansiedad de la gente, muchas ganas por el regreso al Libertadores de América y mucha emoción. Todos los futbolistas fueron aplaudidos y coreados cuando salieron a calentar, cuando los nombró las voz del Estadio y cuando después el equipo saltó al campo de juego. La expectativa era mucha y todos veníamos con la confianza de ver al equipo ganar. Pero el partido fue tosco, de potrero, muy mal jugado.

Ya en el primer tiempo hubo escasas situaciones de gol en ambos arcos. Por el lado del Rojo, salvo algunas intermitentes apariciones de Soñora, no había nadie que agarre la pelota, y tuvimos que acudir a la planilla oficial para saber si finalmente Velasco estaba entre los once. Mientras, el Lobo era un muestrario de limitaciones en todas sus líneas. 

Lo mejor del partido ocurrió en los últimos minutos del primer tiempo, cuando en la única situación de real peligro del visitante Carbonero se metió entre los centrales Rojos y abrió el marcador ante la salida de Sosa. La cancha enmudeció pero también se cayó ante lo evidente: el equipo no tiene mentón y cada vez que le golpean lo lastiman. Por suerte la reacción, como ante Vélez, llegó rápido, y en el descuento Silvio Romero apeló al oficio de goleador para empatar e ir al vestuario más tranquilos. 

Cuando parecía que las cosas estaban dadas para que en la segunda mitad llegara la remontada Roja, es cuando menos de jugó. Incluso se fue deshaciendo lo poquito de Domingo Blanco, y los cambios de los pibes esta vez no aportaron nada nuevo. Gimnasia empezó a ver claro el negocio de dejar pasar los minutos, con Delfino siempre polémico en las divididas, pero no se jugó nunca al fútbol. 

El nervio lo ganó todo, dentro y fuera de la cancha, con los hinchas pidiendo todo, los jugadores sin el temple necesario y desde el banco tampoco llegaron nuevos aires. Todo terminó coronado por insultos a la dirigencia, que en época de elecciones también entra en el caldo de cultivo de la pelota. 

Emiliano Penelas 

Publicar un comentario