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En el Clásico de Avellaneda, racing e Independiente no se sacaron ventaja y terminaron empatando sin goles. El Rojo jugó mejor el primer tiempo, pero fue muy flojo en el segundo y terminó sufriendo de más, sin la actitud que requería el compromiso.

Un Independiente sin fútbol y timorato, pese a sumar tres delanteros en cancha y aplazar el esquema de "doble cinco" durante los últimos minutos, dejó escapar un clásico que se le presentaba favorable por lo hecho en el primer tiempo, y por un racing que venía de jugar en la altura y tiene la cabeza puesta en la Libertadores.

En el primer tiempo el empuje de Leandro Fernández, sólo en la delantera, pero acompañado por Rigoni y algo del Cebolla complicaron a la academia, que no salía limpio desde el fondo. Completaba la buena faena Roja el Marciano Ortiz, pese a tomar decisiones apresuradas a la hora de manejar la pelota.

Sin embargo eso no alcanzaba, y en la segunda parte Independiente perdió al Cebolla por una molestia. El ingreso de Vera presagiaba más, pero el uruguayo, un mes inactivo, fue puro choque y poco más, terminando con la cabeza vendada y una amarilla.

Pellegrino dejó en cancha a Aquino, cuando la defensa de racing parecía sentir el peso de la seguidilla de partidos coperos, y sacó a Rigoni. Mandó a Denis y Benítez a la cancha y sumó gente arriba en los minutos en que Independiente no pisó el área rival y se agigantó la tarea de Martín Campaña y la solidez de Víctor Cuesta. El empate deja un sabor agridulce, pensando que quizás es el fin de la ilusión de pelear por el campeonato.

Emiliano Penelas

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