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Independiente lo ganaba desde el comienzo del segundo tiempo con gol de Lucero, pero pese a terminar con 8 defensores en cancha, Huracán encontró el empate sobre la hora y castigó el amarretismo Rojo.


Hay que ser vivos. Con la pelota y sin ella. Atacando y defendiendo. Los 90 minutos. Independiente dejó escapar tres puntos de manera insólita ante Huracán, que sin haber hecho nada se encontró con el regalo del empate sobre el final del partido y le amargó la noche a los hinchas del Rojo que tenían la victoria en el bolsillo.

El primer tiempo fue muy aburrido en el que comenzó mejor el Globo pero poco a poco lo fue equilibrando Independiente, con el entusiasmo de Benítez, el tesón del Marciano Ortiz y también un par de salvadas del Ruso Rodríguez.

En el segundo el Rojo salió con todo y antes del minuto ya había creado peligro. A los 3, una buena habilitación de Benítez para que Lucero -que finalmente jugó en lugar de Vera desde el inicio- defina con categoría sobre la salida del arquero local. Independiente pudo aumentar y se convirtió en absoluto dominador del juego.

Sin embargo, los cambios echaron para atrás al equipo, y el Rojo terminó con ocho hombres destinados a defender cuando en la última variante ingresó Papa por el goleador de la noche. Todo eso no alcanzó para que en un centro quedaran tres hombres del Globo en el área chica, se pelearan entre ellos por ver quién capitalizaba el rebote y  consumara un empate inmerecido, pero que castigaba el amarretismo del Rojo.

El Ducó, que estaba muerto, revivió, y a nosotros nos quedaron todas las dudas y las broncas pensando en el clásico de la semana próxima.

Emiliano Penelas

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