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Más allá de los pesares económicos que no son responsabilidad de la actual dirigencia, a Independiente le está faltando una mirada futbolística coherente. Arrojando jugadores por la ventana y desalentando continuidades en nombre de ajustes y revanchismos se pierde de vista la necesidad imperiosa de reconstruir lo destruido.

¿Quién lo asesora a Hugo Moyano como intérprete de las necesidades futbolísticas de Independiente? ¿Andrés Ducatenzeiler? ¿Julio Comparada? ¿Javier Cantero? Seguro que no. Ni Ducatenzeiler ni Comparada ni Cantero, protagonistas de tres gestiones pésimas. La peor de todas fue claramente la de Cantero, quien junto con sus compañeros de administración (muchos de ellos captados por las redes sociales), hicieron un auténtico desastre institucional, económico, político y deportivo en Independiente, a partir de una suma de ignorancias, incapacidades, mentiras y lecturas mesiánicas muy difíciles de igualar. Y de explicar. Tan difícil de explicar que hasta ahora nadie logró explicar nada. Cantero, siempre dispuesto a colorearse como un mártir y como una víctima del sistema que no es, menos aún.

Todo esto que ocurrió en Independiente, tendría que servirle de experiencia a Moyano y compañía. Porque en el plano del fútbol los errores se siguen sumando. Y pagando. Uno tras otro. El último; el grave conflicto generado con el Rolfi Montenegro. Parecido al que sufrió el Pocho Insua. Y el que padeció Gabriel Milito. Y antes al que involucró al técnico Omar De Felippe, quien prefirió irse antes que lo cocinaran a fuego lento. La pregunta vuelve a instalarse: ¿quién lo asesora a Moyano? ¿El enemigo? Porque en el área del fútbol viaja a contramano. Falta una mirada futbolística coherente en Independiente. No se denuncia autoridad y capacidad para decidir rumbos borrando jugadores con un desprecio por las formas alarmante. Porque revelan conductas intolerantes. Muestran caminos muy desagradables. Destilan revanchismos que expresan mediocridades. Mientras tanto, el cuestionado entrenador, Jorge Almirón, cumple un triste y penoso papel. Según él, su función también parece incorporar el ítem de "acatar órdenes" de arriba sin preguntar nada. Extraño. O se equivocó de profesión o se convenció muy rápidamente que para seguir como técnico de Independiente lo primero que tiene que hacer es obedecer los mandatos de la dirigencia. Y entonces obedece para no incomodar a los que lo contratan. Al Pocho Insua lo tuvo habitando el banco de suplentes y le dio apenas unos minutos como si fuera un principiante. A Montenegro lo reemplazó en los segundos tiempos en el 80 por ciento de los partidos que jugó, fogoneando, con o sin culpa, una reacción que dejara en evidencia la susceptibilidad del media punta. Más allá de los casos de Insua y Montenegro, se precipitó la renuncia de Milito por incompatibilidades logísticas con la dirigencia (en particular con Noray Nakis y Yoyo Maldonado) que nunca terminó de asumir ni de entender el rol fundamental que cumplía el ex capitán de Independiente en el armado de las divisiones inferiores. La relación siempre ríspida y desgastante finalizó con Milito fuera del club, esperando quizás otro momento, otra circunstancia y otra posibilidad. Si Independiente quiere bajar costos operativos en jugadores y técnicos, es una decisión que no podría desalentarse drásticamente, aunque el ajuste, palabra con una significación política de alcance temible en la Argentina , es la alternativa que abraza Moyano para intentar equilibrar lo que está desequilibrado.

Eduardo Verona
Diario Popular, lunes 5 de enero de 2015

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Anónimo dijo... 5 de enero de 2015, 1:54 p.m.

El soberbio de Moyano se cree que se las sabe lunga de todas, y es a todas lucen un inepto más que lamentablemente dirige a Independiente