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Más allá de lo emotivo del homenaje en sí, la producción del espectáculo resultó muy pobre, y mal organizado.


Sin dudas que hubo emoción en la noche del homenaje a Milito, pero la producción del espectáculo y la organización (ambas a cargo de Imagen Deportiva) fue muy pobre. Apenas unos muñecos poco graciosos antes de comenzar el encuentro, con Rosco -la mascota del basquet- como figura principal, y la conducción anodina de Juan Carlos Pasman, alguien que ni siquiera está identificado con los colores de Independiente.

En el entretiempo la cosa no mejoró mucho, con el DJ Mariano Santos (¿era necesario?) a todo volumen, mientras que la voz del estadio anunciando formaciones o cambios birlló por su ausencia en un partido en el que lo más destacado son los invitados dentro del rectángulo.


Además, Valeria Archimó (pareja del organizador, Guillemo Marín) tuvo a cargo una coreografía que fue lo más logrado artísticamente de la noche, ya que el supuesto "plato fuerte" que significaba la presencia de Patricia Sosa fue encimada sobre el reconocimiento que la gente le daba al propio futbolista, y pasó casi desapercibida para los que estábamos en la cancha.

En el trato a la prensa las cosas no fueron diferentes, ya que no hubo ninguna información y las credenciales de poco servían ya que las áreas restringidas eran celosamente custodiadas para servir de poco, ya que hubo muchos colados.

La reventa, otra mancha
Más allá de que las entradas las vendía exclusivamente Ticketek, tanto en las redes sociales como en las adyacencias del Estadio se podían conseguir tickets de reventa ofrecidos a viva voz en todas las esquinas.

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