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Independiente perdió ante Arsenal y se quedó sin técnico, que renunció al final del encuentro. El Rojo terminó con cuatro delanteros, pero aún así no supo cómo generar peligro en el arco rival. Fue muy mala la tarea en defensa, coronada por un gol en contra de Tuzzio sobre el final del partido.

No le sale una a Independiente. No liga, pero tampoco juega para que la suerte lo ayude. Así, cayó sin demasiados atenuantes ante un Arsenal que hizo su negocio despacito, sin molestarse mucho y encontrando en los errores y nervios de su rival el motivo para no bajar los brazos y esperar su momento.

Desde el primer minuto, cuando Russo dio mal un pase hacia atrás, o Morel Rodríguez nuevamente fue fuertísimo como para que lo amonestaran, se sabía que no sería tampoco el día de la defensa. A las dudas de Hilario en cada salida se sumaban las desconcentraciones de Tuzzio y Tula. Apenas Vargas, peleando en el medio, y algo del juego que generaba Rosales, más las ganas de Vidal, podían contrarrestar un poco la medianía general.

Pero Arsenal tenía un arma en su número 10, Carbonero, un enganche que juega y hace jugar, pero que también iba bien de arriba y ponía pierna cuando era necesario trabar y luchar. E Independiente no tenía ideas aunque empujaba con fuerza, pero sin claridad en ninguna de sus líneas.

Que el árbitro dirigió mal tampoco es un paliativo. Es cierto que lo de Ceballos fue lamentable, pero los problemas del Rojo fueron elementales, y cuando todo se complota para que vaya mal, irá mal. Porque Morel vio su enésima amarilla, jugando gratis, y Vargas, de tanto ir fuerte, se llevó una roja bien merecida, aunque nos duela.

Y Díaz, ya sin saber qué hacer, puso en cancha a Leguizamón y Pizzini, para que acompañen a Farías y Vidal. Pero ni así el Rojo hizo trabajar a Campestrini. Y cuando no ligás nada, Arsenal llega de contra sobre el cierre del partido cae un centrito al área para nadie y Tuzzio la manda a la red sin gritarse con Hilario. Y llega el 2-0 y ya no hay fuerzas ni para insultar. Y Díaz sabe que no tiene otra cosa que hacer que dar un paso al costado. Y ya empezó otra historia, otra novela, que ojalá vaya a mejorar algo el final de esta.

Emiliano Penelas

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