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Se recordará por varios años el triunfo de Independiente. Ahora bien: ¿cómo planificó y ejecutó las acciones Cristian Díaz? ¿Cómo respondió el DT ante la adversidad y qué efectos tuvieron sus decisiones más allá del 5-4 final? ¿Cómo jugaron los imponderables? Por empezar, se podrá estar de acuerdo o no con lo que intentó Díaz, pero hubo un plan, una idea y encontró el convencimiento de los jugadores para que, de acuerdo con las circunstancias, cambiaran siete veces de sistema táctico en 90 minutos.

En lo previo, misteriosamente, no apareció el nombre de Osmar Ferreyra en la planilla y, al final, terminó siendo (para lo positivo y lo negativo) uno de los protagonistas de la tarde.

Cristian Díaz pegó volantazos. Se diferenció de su antecesor tanto en el esquema como en los nombres. Salvo el regreso de Velázquez por Galeano (algo que también habría hecho Ramón), el resto fueron modificaciones tácticas: Diego Rodríguez por Hilario; Monserrat por Busse; Patricio Rodríguez por Benítez y? Ferreyra por Kruspzky como lateral izquierdo en un 4-2-3-1.

Uno celebra la ubicación de volantes como laterales ante la ausencia de jugadores específicos, aunque las apuestas deberían ser más ensayadas. Aun contemplando sus falencias para la marca, se pensó que la decisión del técnico apuntaba a generar un tándem ofensivo por la izquierda con Pato Rodríguez, pero Ferreyra casi no cruzó la mitad de la cancha. Recién lo hizo a los 34 minutos del ST, cuando Independiente estaba 3-4. ¿Qué fue lo que imaginó Díaz entonces? Que Ferreyra fuera quien le marcara diferencias en la pelota parada ante un rival que no iba a contar con Insaurralde ni Somoza: y eso sí le salió bien, ya que no sólo hizo un gol de tiro libre; también metió los centros para dos de los tres tantos de Farías. Resuelta la pegada, definió a los cabeceadores: Farías (1,78m), Tuzzio (1,82m), Velázquez (1,81m), Battión (1,88m) y Vidal (1,78m). Y de las 8 pelotas paradas que tuvo en ataque, se impuso en 5 y 3 terminaron en gol. En el segundo de Roncaglia, la defensa (marcando en zona) mantuvo bien la línea a la altura del área grande, lejos del arquero, aunque Rodríguez no salió firme a rechazar. Y fue curioso: atrás, sólo ganó de arriba en uno de los ocho tiros libres que contó Boca.

En jugadas en movimiento, apenas una vez Ferreyra tuvo una participación ofensiva. En cambio, Boca se hizo un festín por su sector, ya que 22 de los 30 ataques fueron por la izquierda de los rojos. Le generó superioridad numérica con Ledesma, Gaona Lugo, Riquelme (que descargaba por allí) y, tras el 0-2, se sumó Franco Sosa bien pegado a la banda, como un volante más. El gran problema de Boca fue la ineficacia en los centros, la mayoría pasados. Los de Ledesma y Sánchez Miño por la izquierda, para el 2-3 y el 3-3, fueron excepciones.

Independiente tuvo un arranque furioso: dos goles en 7 minutos, pero en su bloque ofensivo no participaban los laterales: sólo Monserrat, Vidal, Pato y Farías, y con mucha movilidad de los mencionados. El Tecla fue importante en las conquistas y también aguantando la pelota contra todos y generando infracciones.

En el segundo período, cuando Boca sumó gente por la izquierda con Sánchez Miño (ya como lateral), Chávez, Riquelme y Silva -que se tiraba atrás-, los Rojos buscaron variantes, pero no pudieron frenarlo desde el juego.

Los imponderables y la fortuna también jugaron su partido: iba a salir Farías y terminó definiendo el clásico. Y Boca pudo haber llegado al 5-4 segundos antes del festejo visitante. Pero vale destacar en los Rojos que, aun en la dificultad, nunca se dieron por vencidos y probaron con cambios solucionar ciertos aspectos del juego que los tenían preocupados. Al fin y al cabo, el error en el cierre de Schiavi sobre el final fue porque Farías exigió, como tantas veces en la tarde.

Christian Leblebidjian
Diario La Nación, martes 13 de marzo de 2012

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