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El Rojo venció al Pincha por 1 a 0 sin merecerlo. Entre la mala fortuna del rival y una gran tarea de Assmann están las razonez. Marco Pérez, desde el banco, hizo el único gol apenas comenzado el segundo tiempo, que Independiente jugó con diez por expulsión de Argachá, al final de la primera etapa.

A veces el fútbol da vuelta la taba y la suerte gira en el aire. Independiente, que lo sufrió ante Lanús cuando le ganaron sobre la hora, encontró la fortuna esta noche, que sin merecerlo, venció a Estudiantes por la mínima.

Luego de un primer tiempo pobrísimo en el que Independiente pareció completamente desconcertado, superado en todas las líneas y con un desorden defensivo realmente preocupante, todo cerró con la expulsión, sobre la hora, del debutante como titular Adrián Argachá. El uruguayo, que fue duro a todas, había sido amonestado apenas unos minutos antes de llegar a destiempo a la que sería su última jugada del partido.

Con diez, mejorar la performance en el segundo tiempo parecía una quimera. El Turco se vio forzado al ingreso del Malevo Ferreyra y Marco Pérez, tratando de sumar gente arriba y fue precisamente el colombiano, en la primera que tuvo, quien demostró su capacidad goleadora y poner un tiro cruzado sobre la salida de Villar.

El Rojo se ponía en ventaja sin merecerlo, y desde ese minuto siguió consolidando su triunfo gracias a una noche inspiradísima de Assmann, quien amargó en varias ocasiones a los delanteros de Estudiantes. Además, por suerte no era la noche de Boselli, quien se estará lamentando todavía varias ocasiones desperdiciadas.

Independiente se resignó a atacar, esperó el final del partido y festejó los tres puntos gracias a la fortuna que le fue esquiva en el debut del Apertura. Así, al menos se va a Brasil con el ánimo en alza.

Emiliano Penelas

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