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Superar el golpe de un semestre que parece desbarrancarse cuando se decía glorioso. El Apertura y sobre todo el clásico del domingo, serán los objetivos inmediatos para superar el pésimo comienzo internacional.

Independiente acaba de sentir el golpe por las derrotas en el inicio de la Temporada. Si la Copa de Japón dolió pero mantuvo algo de esperanzas en la conquista de la Recopa, la caída en Brasil, y la forma en que se dio, pusieron otra vez en tela de juicio la continuidad de Antonio Mohamed, aunque el técnico es, como siempre, el hilo más fino para cortar.

Un plantel empobrecido, desbalanceado y con problemas claros en la conformación entre sus líneas no es exclusivamente responsabilidad del entrenador, sino de quienes llevan adelante una política de refuerzos deficitaria y sin demasiado rumbo.

Con un equipo lleno de jugadores sin jerarquía, la salida de aquellos buenos valores que se pierden por no tener lugar, convierten el panorama en un "cuento de la buena pipa". En el medio, la promesa de un semestre sensacional en el cual Independiente institución tenía la chance de volver a los primeros planos del grupo internacional de máximos ganadores con una copa al menos accesible desde los papeles como la Suruga, y otra que si bien enfrentaba a un rival de jerarquía, la realidad demostró que no era un cuco.

Pero duele el fallo en la actitud, desde la poca altura que exhibieron los jugadores, mal preparados físicamente a pesar de venir de una pretemporada, hasta la poca soltura dirigencial para acampar el temporal cuando aparecían nubarrones en el cielo. En el medio, un Apertura que tampoco mostró nada nuevo ni distinto, y un clásico que puede ser el detonante del banco Rojo.

La encrucijada, en medio de las elecciones que se avecinan, estará en pensar de qué manera ordenar todo este caos, que parece saldarse apenas un poco cuando vemos alguna foto del Estadio con nuevos escalones.

Emiliano Penelas

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