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Luego de un primer tiempo flojo, Independiente afrontó el segundo con otro espíritu, llegó al empate y pudo haberse ido con un premio mayor. Patricio Rodríguez, la figura. Lucas Villafáñez, el autor del gol.

El partido tuvo dos caras. En el primer tiempo fue casi todo de Boca, con el Rojo muy tirado atrás, un Palermo jugando quizás su mejor partido en este magro semestre y Riquelme, apoyado en Chávez, manejando los hilos del local. En Independiente había poco para destacar más allá de la vigencia de las atajadas de Hilario, que parecía despistar sin dar indicios de su lesión, y algunos arranques individuales de Fredes o Patricio Rodríguez.

Era muy pobre lo de Maxi Velázquez y Pellerano, perdiendo pelotas importantes en la salida. Y hasta extrañaba verlo impreciso a Tuzzio. Eran buenos los movimientos de Iván Vélez, soltándose de la línea defensiva para progresar en el campo, aunque con muy poca compañía.

El partido se desbalanceó apenas pasados los 20 minutos, cuando a Palermo le quedó un centro que definió magistralmente de taco cruzando una pierna por sobre la otra. Nada que hacer para Hilario, y Boca pasó a dominar mucho más a gusto el encuentro.

Sin embargo, algo pasó en el complemento, porque el Xeneize dejó de atacar y el Rojo se adueñó del mediocampo, y la creatividad la puso el Patito, ágil y escurridizo, se llevó además todos los golpes que Pittana permitió.

Con el 10 encendido, Independiente comenzó a crecer en todas sus líneas. Silvera probaba desde afuera, Fredes llegaba con más peligro, las jugadas se cerraban mejor y Lucetti era quien más hacía por el local. El ingreso de Villafáñez le acercó el socio que andaba buscando el Patito, y fue el juvenil patagónico quien anotó el empate cuando a los 32' cruzó una una pelota que Parra le bajó de pecho.

El empate hacía justicia al devenir del encuentro, que incluso en los minutos restantes pudo haber dado más margen para una remontada.

Emiliano Penelas

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