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Independiente cayó por goleada ante Arsenal y hubo insultos y reprimendas para todos. Se rumorearon roces y discusiones en el vestuario, y ninguno de los protagonistas del Rojo habló a la salida. Lleva 13 partidos sin victorias.

No era feliz ver cómo se retiraban insultados los jugadores de Independiente. Más allá del disgusto y la bronca lógica de la derrota, son momentos de tratar de pensar un poco más calmos quiénes son los responsables de este pésimo momento del Rojo, que no se limita únicamente a lo que pasa dentro del campo de juego.

Antonio Mohamed fue el primero en irse, directo desde el banco de suplentes. Ya en el segundo tiempo se lo vio salir poco a dar indicaciones, y se resignó después del definitorio tercer gol del local. Luego los jugadores, en fila india y sin usar la manga, fueron quienes recibieron la andanada de recuerdos para familiares y afines. Y no se salvó ninguno, ni siquiera quienes estuvieron en el banco y no actuaron.

El enojo se extendió a la salida, cuando las discusiones eran entre los propios hinchas que veían acercarse el apocalipsis y aquellos que todavía soñaban con un presente copero.

Pero el colmo de todo es que al final, cuando se retiraban los jugadores y el cuerpo técnico no hubo palabras para nadie. En silencio, y con los rumores de discusiones en el vestuario, cada uno iba subiendo al ómnibus pensando vaya a saber uno qué. Lo cierto es que la noche se cerraba sobre Sarandí, y no era una metáfora.

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