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Tras el 0-0 con Quilmes, con tres puntos sobre 18 y sin éxitos, la gente arremetió otra vez contra los dirigentes y Menotti.

Da la impresión de que el Apertura será muy largo para Independiente. Tan largo que... La inexpresiva imagen del equipo ante Quilmes y las gargantas de lija de los hinchas que les cargan culpas a los dirigentes y al manager Menotti traslucen que la clasificación de entresemana a los octavos de final de la Copa Sudamericana fue una gota de agua para el sediento. Y así empieza a sentirlo el mismo Garnero con los primeros murmullos de desconfianza alrededor de sus decisiones.

Sólo la irregularidad del fútbol explicará cómo un punto puede tomarse de maneras tan distintas con campañas idénticas, sin triunfos y desde el sótano de las posiciones, con apenas tres unidades sobre 18 posibles. En Quilmes, que aún paga con temores los derechos de haber llegado de la B Nacional, se habló de un trampolín y en Independiente se avivó la desdicha; fogoneados también por las cuestiones políticas, con panfletos irónicos sobre el crecimiento del pasivo (sería cercano a los $ 144.000.000) durante la gestión de Julio Comparada, los Rojos empiezan a darse cuenta de que otro torneo se les escurre demasiado pronto de sus frágiles dedos.

El malestar no queda apuntalado por el empate en sí mismo. El núcleo del problema se instala en la pobre imagen de los Rojos y la corta proyección a futuro. Desganado, impreciso y con una llamativa falta de creatividad se mostró el equipo dirigido por Garnero. Es más: después de un primer tiempo parejo por el vuelo bajo de ambos, Quilmes se atrevió, atacó más en la segunda parte y hasta pudo haber convertido algún gol con los intentos de Núñez, en los primeros minutos de ese período. Apenas si se rescató a los defensores Galeano y Velázquez y algún intento aislado de Silvera. Poco y nada del resto.

¿Tan mal jugó Independiente? Sí. No hay que dudarlo. Casi no pateó al arco ni llegó con el juego asociado. Apenas si quedó en la memoria una jugada sobre el final en la que Parra se perdió el gol tras una veloz réplica de Martínez. Pero ¿tan mal? Sí. Velázquez desperdició casi todos los tiros libres. Mareque se movió de acá para allá sin ton ni son. Battión nunca apareció. Godoy se perdió por la derecha. La flojera quedó potenciada por las urgencias de Quilmes, al que le cuesta demasiado ensamblarse. Igual, el visitante se las arregló con la solvencia de Gerlo y Gioda y con la habilidad en velocidad de Raymonda. Y, con muy poco, casi se lleva la primera victoria.

Lo peor para Independiente fue cuando Quilmes utilizó el toque corto y la gente se impacientó. Los primeros insultos fueron para la comisión directiva. Después sonaron contra Menotti, al que señalan por la salida de Américo Gallego. Al final, la silbatina sonó más cerrada que nunca para un equipo deshilachado. Apenas se reconoció el esfuerzo de Silvera, el referente que se sostiene.
Sólo los triunfos calmarán las exigencias de acá en más. Los punteros se distanciaron, pero Independiente no debe perder el foco de la clasificación para la Copa Libertadores. Sobre todo porque falta mucho para los octavos de final de la Copa Sudamericana, que empezarán a jugarse el 6 de octubre, frente al ganador de Defensor, de Uruguay, y Sport Huancayo, de Perú. No queda otra: tendrá que sobrellevar el Apertura, un torneo corto para la mayoría y, paradójicamente, tan largo para Independiente.

Por Francisco Schiavo
Diario La Nación, lunes 13 de septiembre de 2010

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