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La Celeste luchó hasta el final contra Holanda y la terna arbitral, que fue permisiva y convalidó un gol en off side de los europeos, entre otros fallos polémicos. Forlán, el golazo oriental.

"Qué hijo de puta", fue el exabrupto que se le escapó a Francéscoli en la transmisión televisiva de Canal 7 cuando el uzbeco Irmatov (el mismo que dirigió a la Argentina ante Alemania y Grecia) dio el pitzo final del partido, en pleno avance uruguayo.

Antes, hubo un partido electrizante con acción y emoción en las dos áreas. Van Bronckhorst, a los 17 minutos, clavó un impresionante golazo al ángulo cuando Holanda era un poco más que Uruguay. Desde ese cachetazo, el equipo del Maestro Tabárez se despertó y comenzó a torcer la historia, pero cada avance era cortado por posiciones adelantadas, muchas de ellas discutibles.

Cuando merecía el empate, a los 40' apareció el grandioso Diego Forlán, que para no ser menos puso otro tremendo disparo desde afuera del área y dejó pagando al arquero.

En el segundo tiempo los europeos fueron más medidos en su esquema y le entregaron la pelota a los rioplatenses. Sin embargo, la Naranja también sabe jugar, y tiene a Robben para manejar los hilos y a Sneijder para poner su categoría. Un remate suyo, con Van Persie en off side en la línea del área chica, se convirtió en el segundo gol de los europeos. Iban 24 minutos.

Ahí se desconcentró Uruguay, quizás por la injusticia en el resultado y la decisión del línea que durante el primer tiempo tenía un resorte en el brazo. Y apenas tres minutos más tarde Robben, sin marca, conectó de cabeza a la red.

Sobre el final, y pese a todo, apareció la "garra charrúa" para ir al frente a pelearla, a pesar de perder a Forlán, con una visible fatiga. A los 91' Pereyra llegó a poner el 2-3 y con los ánimos encendidos toda la Celeste se fue a buscar la heroica, que sin embargo ya había llegado hace rato. Holanda vuelve a una final luego de 32 años, luego de perder con Argentina en 1978.

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