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Miles de personas fueron a recibir a la Selección. ¿A tomatazos? No, a saludarlos a su llegada a Ezeiza. ¡Un médico a la derecha!

Es famosa la pasión con que en la Argentina se vive el fútbol, a veces de manera irracional. De ahí el recuerdo del fracaso del Mundial de Suecia 1958, cuando la Selección cayó por 6 a 1 ante Checoslovaquia y el plantel fue recibido a monedazos en Ezeiza.

Ayer, cuando a la tarde el plantel hizo su arribo desde Sudáfrica luego del 0-4 que le propinó Alemania, había que pellizcar a más de uno para hacerle entender que casi quince mil personas acompañaron al micro de la delegación desde el aeropuerto al predio de la AFA. Diego Maradona, conmovido, saludaba desde la primera butaca, mientras los jugadores estaban asombrados por la recepción.

Pese a que se informó que en un principio la Secretaría de Seguridad Interior quería desviar el micro por un camino alternativo, al ver que los hinchas estaban allí para manifestar su apoyo y no para recriminar a Maradona y sus muchachos, se optó por acercarlos a la gente, que al paso del vehículo alentaba y pedía que Diego no se vaya.

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