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Como nuestro Bocha, el hombre que hace jugar a España poco tiene que ver con el perfil de un futbolista. Sin embargo, ambos juegan de galera y bastón, y saben aparecer en los momentos justos.

Bajos, calvos, con poca pinta de jugadores de fútbol, probablemente nadie los elija en un picado. Son Ricardo Bochini, el Mago de Zárate, y Andrés Iniesta, el hombre nacido hace 26 años en Albacete y que acaba de darle a su país la primera Copa del Mundo de su historia.

Quizás ese aspecto que ha llevado a que muchos lo apoden "el oficinista" sea el que lo mantine más cerca de la tierra y lejos de los carteles publicitarios. Pese a su apariencia de hombre común, Iniesta demostró ser un elegido con la pelota en los pies no sólo por lo que hizo a lo largo del Mundial, donde manejó los tiempos de su equipo, sino por lo que le conocemos desde hace mucho en el Barcelona, allí donde también tiene a Xavi de ladero y juntos hacen jugar a Messi.

Ricardo Bochini, que supo brillar por décadas siempre vistiendo la camiseta de Independiente, y fue Campeón del Mundo con Argentina en 1986, era un jugador de toque sutil, destacado por hacer jugar a los demás, por hacer del "pase-gol" un arma letal, por convertir en goleadores a todos los delanteros con aspiraciones a serlo, porque un toque del Maestro podía dejarlos frente a la chance clara de convertir.

Fue Iniesta quien dijo que muchas veces disfrutaba más una asistencia que un gol suyo. Y nosotros hemos podido ver en este Mundial cómo manejaba a la perfección el arte de habilitar al compañero mejor ubicado. Porque la España que construyó Del Bosque fue campeona del mundo gracias a sus volantes.

Como Bochini en sus épocas de jugador, Iniesta era el hombre que manejaba el ritmo del equipo. Su paso podía parecer lento, pero aceleraba en los momentos justos, y su pase era siempre un estilete hacia el corazón de la defensa rival. El premio estaba en saber esperar, en ser persistentes en la búsqueda, y pacientes con el gol.

Eso puede aportarlo un jugador de la categoría de Iniesta, de Bochini. Y no sólo de jugar saben estos hombres pequeños gigantes. Porque aguantan las patadas, son bravos para defender el balón, y aparecen en los momentos justos, porque para eso son líderes y pueden ponerse un equipo al hombro cuando se los precisa.

Así, todavía recordamos el gol del Bocha a la Juventus para darnos la Intercontinental, o los dos que le hizo a Talleres en la recordada final con ocho hombres en Córdoba. O los de tantas Copas Libertadores y noches de gloria en la Doble Visera. Y no habrá aficionado español que borre de sus retinas el momento en que Andrés Iniesta, faltando cuatro minutos, tuvo la frialdad necesaria para poner la pelota cruzada contra el segundo palo del arquero holandés y darles la Copa. Y los catalanes todavía gritan su gol para darle al Barça su tercera Champions.

Desde su humildad, sólo dijo que puso su "grano de arena" para todas las alegrías. Este manchego, como aquel zarateño que vistió de Rojo, tienen esa categoría que hacen que el fútbol sea maravilloso.

Emiliano Penelas

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Barcelona 2017 dijo... 17 de marzo de 2016, 5:47 a.m.

"el oficinista" --- Es una falta de respeto a los jugadores :(!
Este lenguaje debe ser prohibido!!!