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En un partido malísimo, Independiente encontró el gol que se le negó a Lanús y cerró el año con una pequeña alegría. Gabbarini, Mareque y Velázquez, lo mejor del Rojo. Piatti, el gol sobre la hora.

Pobrísima noche de fútbol en Avellanada, con mucho frío y la expectativa al menos de ver al equipo despedirse ganando. Y pudo ser porque nuevamente dos defensores y el arquero fueron las figuras del Rojo y porque Lanús, que erró un penal y tuvo las mejores chances, no supo cómo hacer un gol.

Durante la primera parte Independiente prácticamente no cruzó la mitad de cancha. Piatti no aparecía, Mancuello entorpecía las salidas y el voluntarismo de González, único delantero en cancha, chocaba entre los dos enganches que jugaron: Núñez y Gracián. Muy poco del jugador que regresará a Boca, mientras que el Gordo remató muchas veces desde media distancia, esta vez sin éxito.

El Granate, empujado por la necesidad de una victoria que lo metiera en la Copa Sudamericana, era algo más aunque terminaba siendo un conjunto desprolijo en los metros decisivos. Hasta que Beligoy cobró una mano de Núñez y tuvo la oportunidad Salcedo, de penal. El paraguayo la tiró mansita afuera, y el partido quedó en cero.

En la segunda parte el Rojo fue a buscar un poco más, los cambios que esta vez eligió Gallego fueron para ir adelante y de contra pudo encontrar algunos espacios, pero sin generar demasiado peligro. Velázquez, que mostró categoría en un par de quites, y Mareque, siempre empujando desde el fondo, alentaban la posibilidad de ir a buscar el gol.

Y finalmente llegó sobre la hora, cuando una jugada de papi fútbol encontró a Ignacio Piatti, que remató, dio en el travesaño, picó y entró. Sí, con liga terminó la cosa para el Rojo, que festejó apenas y cerró la temporada con un sabor extraño.

Emiliano Penelas

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