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Terminó jugando mejor que varios de los partidos que ganó. Pero ya era tarde, porque muy temprano, cuando el juego se estaba armando, San Lorenzo había pegado un golpe de knock out del que Independiente, pese al esfuerzo de varios de sus jugadores, no se pudo recuperar.

Fue victoria de San Lorenzo; la segunda en condición de visitante desde que arrancó la competencia, gracias al segundo gol que anota el equipo fuera de su casa. Un triunfo esperado, muy trabajado y defendido con uñas y dientes, justamente ante el líder, que en su estadio había ganado todos los partidos que jugó en el torneo.

El cubilete del Clausura agitó los dados y los del fondo le arrebataron la sonrisa a lo únicos que hasta aquí se codeaban con los festejos. Y empezó a escribirse una nueva historia. Porque en la recta final de la carrera podrá decirse que San Lorenzo volvió a la vida justo en la noche en que Independiente fue declarado clínicamente muerto, de acuerdo al diagnóstico de quienes entendían que, de los rivales que quedaban enfrentar, era uno de los más accesibles. Pero, lejos de serlo, el Ciclón le jugó al líder -paradójicamente- con el cuchillo entre los dientes, como pregonaba el entrenador que debió dejar su cargo porque ni siquiera encontró esa alternativa como respuesta.

Del lado de Independiente, Gallego debió hacer magia para conformar una alineación que hace agua por todos lados. Puso parches sobre parches para rearmar la defensa en la que Tuzzio, con el corazón en la mano (en la que puede usar) regó de vergüenza el fondo, Vittor reemplazó al desgarrado Acevedo y Núñez volvió a ser titular para que Piatti recargara baterías en el banco. Pero esos no fueron los problemas (o al menos los principales) que conspiraron contra este nuevo fracaso rojo. Aquel cabezazo de Nelson Benítez, tras un corner cedido por un blooper de Mareque, cuando todavía no se jugaban diez minutos, derrumbó los planes iniciales de Independiente en pos de adueñarse del protagonismo, en base a un toqueteo interesante.

De allí al descanso, todo fue confusión y rodillas flojas. San Lorenzo fue el único que generó peligro aprovechando el adelantamiento desordenado de Independiente que ya no sostenía la pelota, Fredes perdía todo lo que tocaba, Núñez -en una rara posición de doble cinco adelantado- no era alternativa ni para sus remates de lejos, Gandín no prosperaba y Silvera casi no tenía espacios.

Entonces San Lorenzo empezó a perderse goles. Primero, en dos oportunidades, Bordagaray primero y Alfaro después en una contra muy clara mal resuelta. Papu Gómez de lejos y Alfaro con otro remate desde afuera del área, inquietaron a Gabbarini que hasta allí no había participado.

Cuando arrancó el segundo tiempo Gallego modificó el esquema. Afuera Fredes y Mancuello (que por lo menos es zurdo para caminar la franja izquierda), adentro Piatti y Patito Rodríguez (en una insistente modificación que resultó intrascendente como de costumbre sobre la izquierda). Igual, Independiente creció en espíritu; Tuzzio y Mareque siguieron empujando, Piatti fabricó espacios sobre la derecha y el equipo de Gallego, con más amor propio que fútbol y variantes, empezó a vender cara la derrota.

Migliore apareció en escena con una doble tapada ante Silvera y Gandín que, en el tercer intento, Núñez remató desviado. Igual, de contra, San Lorenzo tuvo como para liquidar el pleito con un gran jugada de Pintos que le sirvió el segundo a Bordagaray pero Gabbarini respondió con una atajada fabulosa. Después, Reynoso pegó un tiro a colocar en el travesaño.

De allí al final fue un manojo de entusiasmo de parte de Independiente que chocó contra su propia impotencia y contra las manos de Migliore que le tapó un mano a mano Núñez, y un remate a quemarropas a Piatti.

Era un examen de personalidad que Independiente, al menos desde su efectividad, no aprobó. Los que le quedan en el camino le jugarán a ganar, con más ambición que San Lorenzo que, en definitiva terminó con imagen de hereje a causa de su necesidad. Y nadie puede discutirle el triunfo.

Pablo Vignola
Diario Popular, domingo 11 de abril de 2010

Final caliente con insultos y corridas
La segunda derrota al hilo parece haber golpeado duro en Independiente, que tras perder con Gimnasia y Esgrima La Plata no pudo enderezar el rumbo ante San Lorenzo, dos equipos que en los papeles eran débiles y “ganables” para el líder del Clausura y sin embargo se quedó con las manos vacías, hipotecando la punta. Los integrantes del plantel lo dejaron reflejado a la hora de abandonar el estadio. Así, con cara de pocos amigos, optaron por el silencio. Pero todo se puso tenso y caliente en tan solo unos minutos. Unos 50 hinchas no se bancaron la situación y la emprendieron contra los jugadores. Primero copando la zona donde aguardaba el micro. Allí insultaron a Darío Gandín, eje de las polémicas y represalias. Le arrojaron una bolsa que dio en la espalda del Chipi, cuando el goleador se subía al ómnibus. Una vez adentro, siguieron los cantitos hostiles hacia el propio Gandín y todos los jugadores, con la excepción de Lucas Mareque, a quien aplaudieron.

Ese clima tenso se reflejó en que muy pronto llegó a la zona donde se quejaban esos simpatizantes un numeroso grupo de la barra, que hizo que se dispersaran los que insultaban y reclamaban al grupo que había que “poner más”. Hubo corridas por espacio de unos minutos. Entonces, volvió la calma y tranquilidad, hasta que se fue el micro con el grupo.

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