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Independiente cayó dos veces en los últimos siete días y dejó la punta a manos de Godoy Cruz y Argentinos, igualando la línea con Estudiantes. El golpe moral fue duro, y será una prueba de temple superarlo.

El lunes hubo banderas de apoyo al plantel en Villa Domínico

Si el Rojo aún quiere ser campeón deberá demostrarlo el sábado ante Banfield. Esto que parece una verdad de perogrullo, cobra fuerza en el sentido de la victoria. Aunque sume tres puntos, no servirá ganar con un gol con la mano o jugando mal. Porque el mazazo que el lunes recibió el "mundo Independiente" no fue sólo perder la punta, que podía darse, sino que los perseguidores demostraron de forma contundente su voluntad de más.

Mientras Independiente sumaba jugando realmente mal (lo dijimos, lo vieron todos, frente a Chacarita, Tigre o Arsenal, por ejemplo) Godoy Cruz mostró un fútbol audaz contra Vélez o Tigre, a quien goleó con autoridad en la última fecha.

Lo mismo sucedió con Estudiantes, aunque no es raro en el equipo de Sabella, uno de los mejores del fútbol argentino, enfrentando a un pobre racing que no tuvo ni siquiera la fuerza para aguantar un tiempo y luego el Pincha levantó el pie porque sino metía una goleada histórica.

Por la noche, Argentinos Jrs. supo dar cuenta de un Colón sin dejar dudas más allá de un gol polémico. El resultado y el fútbol del equipo de La Paternal jugando en su casa (allí deberá ir el Rojo en la 18º) demostró que también quiere más.

Y ahí es cuando queda en el aire la idea de si un equipo busca salir campeón debe dar un "golpe de efecto" a la moral del rival, y eso es lo que Independiente no pudo hacer ni con Gimnasia ni con San Lorenzo.

Por eso el sábado si el plantel quiere mostrar su entereza futbolística pero sobre todo mental, deberá salir a comerse a Banfield, ser contundente desde el comienzo y volver a ser un equipo temible que tiene hambre de gloria. Ojalá así sea.

Emiliano Penelas

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