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Independiente inauguró el Estadio Libertadores de América con un triunfo ante Colón, que pudo ser goleada y terminó siendo sufrido. La emoción de la vuelta a casa tapó todo.

Es difícil analizar el partido contra Colón desde la visión de un simple juego de fútbol y abstrayéndonos de todo el escenario, lo que se vio en las tribunas, lo que significaba reinaugurar el Estadio Libertadores de América y todo lo que viene siendo noticia de unos días a esta parte. Sin embargo, el Rojo salió a la cancha y jugó por los puntos, contra el líder del Apertura (hasta que se jugara la fecha) y ganó. La fiesta fue completa.

Si podemos salirnos un poco de todo eso (¿los jugadores habrán podido, en algún momento, escaparle a la "responsabilidad" de debutar en el Estadio con un triunfo?) podemos decir que el encuentro fue muy disputado, que el de Mohamed es un equipo fuerte en cualquier cancha, o al menos no se amilanó ante un Rojo que por momentos lo dejó venir demasiado contra su propio arco, marcó en línea y no atendió demasiado las salidas por los laterales, especialmente en el primer tiempo, por el sector de Vella.

A los 12 minutos el Cuqui Silvera abrió la cuenta e inscribió su nombre como el autor del primer tanto de Independiente, en el "arco de la vieja Visera", podría haber dicho algún relator. Con una muy buena actuación de Patricio Rodríguez y Vittor en el medio, dos apuestas novedosas en el esquema de Gallego, y una tarea soberbia de Ignacio Piatti, el Rojo iba por más.

Sin embargo, el Sabalero llegó al empate en una jugada sorpresa, nuevamente escapando por un lateral (el de Mareque) y Federico Nieto clavó un bombazo al ángulo para empezar los mejores momentos de la visita en el primer tiempo. Apenas unos minutos antes del final de la primera etapa una muy buena jugada del Patito habilitó a Piatti para que sea el segundo grito en la noche de Avellaneda para el local, y darle aire a todos.

Silvera y Piatti, de lo mejor del Rojo en su vuelta a casa

En el segundo tiempo Independiente volvió a repetir lo que le venimos viendo desde que comenzó el torneo, se pincha, se vuelve un equipo predecible, se niega a atacar, se recluye sobre su arco, empujado por el rival en parte, pero también por cierto desmanejo de la pelota y la concentración.

A pesar de la expulsión de Fuertes, Colón con uno más complicaba al Rojo, hasta que Piatti hilvanó otra genialidad de sus pies y eludiendo a Pozo, con sangre fría, clavó el 3 a 1. A partir de ahí, jugando de contra, pudo ser goleada, sobre todo con la explosión de Gómez, que había entrado por el Patito, exhausto. Los cambios conspiraron contra el partido, porque Gallego sacó a los dos mejores hombres, y dio más de diez minutos para que Colón, jugado por entero, se venga y anote el descuento a dos del final. El sufrimiento se pudo haber evitado controlando el juego, pero quizás los nervios fueron más en una noche de emociones.

Emiliano Penelas

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