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Marcelo Roffe, Licenciado en Psicología, presidente de la Asociación de Psicología del Deporte Argentina y autor de Psicología del jugador de fútbol, escribe sobre la figura de los deportistas de élite y su relación con el éxito y la fama, entre otras cosas.


El entorno y la educación que recibió el futbolista resultan decisivos. El fútbol es una carrera corta en el mejor de los casos (sin lesiones mediante); el 90 por ciento no sabe qué hacer cuando se retire (nadie los prepara), y el futbolista siente la necesidad de comprarles la casa a los padres y ayudarlos, porque siempre estuvieron con él, en las buenas y en las malas.

Como vivimos en el Tercer Mundo, y en el fútbol parecemos del Primer Mundo, hay exportación de semillas (1.500 futbolistas se ganan la vida en el exterior) y apuro por emigrar.

Esa ansiedad por realizar una diferencia económica puede jugarte en contra, si la cabeza no es tu aliada y al mismo tiempo no podes soportar las tentaciones que aparecen con la fama incipiente.

Conozco muchos futbolistas que se han casado con la novia de toda la vida. Al futbolista tener una pareja lo ordena. Es cierto que en los últimos tiempos ha cambiado la tendencia y los futbolistas (lolitos) se enamoran de modelos y aledañas.

El futbolista de élite es también una especie de modelo. Ocupa un lugar de ideal social y tiene muy buen físico. Ambos tienen en común las carreras cortas, las ganas de ganar buen dinero, de ser famosos, de destacarse en lo que hacen.

La psicología es caso por caso, pero los problemas personales pueden meterse en la cancha y afectar el rendimiento deportivo. Para ser profesional y rendir hay que cuidar muchos aspectos de la personalidad y de la vida privada.

Además de jugar bien, hay que ser inteligentes dentro y fuera del campo y llevar una vida ordenada. Hay muchos futbolistas que debutan en Primera, pero luego no pueden sostenerse por distintos motivos. El hecho de ganar dinero los puede modificar. El hecho de no poseer fortaleza mental, también.

No tener un buen entorno es clave. No es fácil ser futbolista de élite, las presiones son cada vez mayores. La gente envidia su estatus, pero no ve que llega uno en cien mil y que el que llega dejó su pueblo a los 14 años.

Además, quien hoy es una estrella casi seguro debió soportar malos tratos e injusticias que el fútbol hoy imprime, enfocado como "picadora de carne" por lo grande que es el negocio.

El éxito es vivir de lo que les gusta. Hemos evaluado esto en la Selección, en clubes, y en México. Un jugador de la C o la D juega pero no le alcanza.

La fama es la suma de malos entendidos alrededor de una persona, decía Oscar Wilde. El futbolista debe perseguir la gloria, lo duradero; la fama es puro cuento, efímera, una gran impostora. Lo otro sí que vale la pena. Esto se relaciona con los valores y la educación del futbolista.

La competencia, además de en lo que atañe a lo deportivo, en algunos casos puede pasar por la mujer que tienen al lado, pero depende de cada uno.

El futbolista famoso sabe que puede elegir, pero en los casos que trato, se invita a abrirles los ojos acerca de realizar un proyecto y con quién. Una cosa es una noche y otra cosa es una vida. Es la diferencia entre calentura y amor.

Sencillamente.

Marcelo Roffe
Fuente: Diario Perfil

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