0
El Rolfi lo jugó quizás sabiendo que es uno de sus últimos en Independiente, y por su pasado Quemero. El Cuqui, campeón y goleador en el Rojo, no gritó su tanto y estuvo reacio en otras oportunidades.


A los dos los une el éxito en el equipo que hoy se hunde más y más, y por eso tuvieron una tarde especial. Daniel Montenegro, nacido y criado en Huracán, siempre encara con otra actitud los partidos ante San Lorenzo. Néstor Silvera, reconocido por los hinchas del Rojo cada vez que los enfrentó, siente que tiene algo con el Club.

Si bien es cierto que el Rolfi es el único que juega en Independiente, que tiene alguna idea y que muestra claridad en su juego, también lo es que no tiene a nadie que lo acompañe. Ayer volvió a ser otra vez el Cid Campeador, aunque tan solo jamás puede hacer nada. Igual corrió, metió, pateó al arco y todo el peligro que pudo generar el Rojo vino a través suyo. Incluso, como contra Banfield, terminó jugando por momentos de 3 y hasta metido entre los centrales.

El Cuqui, por su parte, desde el comienzo del partido, cuando la hinchada de San Lorenzo lo silbaba y la del Rojo coreaba su nombre, sabía que estaba entre gente que lo aprecia y respeta. Goleador del Campeón 2002 con el Rolfi, Pusineri y Gallego, sus gritos aún se recuerdan por Avellaneda y él lo sabe. Tanto como que su nombre sigue sonando a la hora de pensar en un 9 goleador, a pesar de que el Tolo parecería haberle bajado el pulgar.

Sin embargo, pasados los diez minutos de la segunda parte, le llegó un centro desde la izquierda del ataque azulgrana y sólo tuvo que empujarla para anotar el único tanto del encuentro, que por supuesto no gritó. El resto del partido se lo vio lejos del arco, como con cierta displicencia y falto de motivaciones. Alguien diría que no quiso jugar contra el Rojo.

Publicar un comentario