Último partido en el Ducó

El vínculo que unía al Rojo con Huracán llegó a su fin y como lo que cobra la Federal parece ser mucho para el Club (además, el Globo le alquilaría el estadio a Chacarita), se vendría otra mudanza. La hinchada, por las dudas, tuvo su fiesta aparte.

Independiente había firmado un acuerdo con Huracán para jugar en el Tomás A. Ducó por diez partidos, correspondientes al Clausura 2009. Quizás pensando en volver al Libertadores de América para el segundo semestre, o vaya a saber por qué, pero el acuerdo terminó y evaluando los costos que le significan al Club jugar como local en Capital, la Comisión Directiva estaría pensando en otra mudanza.

Entre los rumores, se habló de volver a racing, poco probable si los dirigentes de la academia se mantienen en la misma tesitura de comienzos de año, o ir hasta Lanús, una cancha que a Gallego no le cae en gracia. Además, Huracán tendría acordado el préstamo de su estadio con el recientemente ascendido Chacarita, que también está construyendo el suyo.

Quizás sabiendo que se terminaba el alquiler de la casa, la hinchada de Independiente armó un curioso ¿festejo? en el entretiempo, sin escatimar en humo Rojo, cañitas voladoras, bombas de estruendo y fuegos artificiales.

Luego del partido frente a San Lorenzo (los hinchas del Cuervo pintaron con aerosol la parte alta de la popular visitante) se supo que había malestar por el ingreso de pirotecnia, que constituye una contravención en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires. Por eso la Justicia comenzó una causa contra la dirigencia y la Policía, ya que desde el viernes había amenazas de que esto podría ocurrir.

Por parte del Club, fuera de micrófono un dirigente comentó con sorpresa que se los involucre, haciendo responsable a quienes deben velar por la organización y seguridad en los estadios.

El hueco del final
Parecía que la intención era suspender el partido. Incluso la hinchada del Ciclón comenzó con el "Satisfaction" de "se viene el abandono". Pero no. El grueso de la barra de Independiente dejó un hueco en medio de la tribuna y bajó hasta la explanada que termina en el alambrado, para cantar desde ahí su bronca, quizás para que cuando los jugadores saluden vean que desde las tribunas ya no los vieron más.