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Leonel Ríos jugó un gran partido ante Tigre. Fue el sostén y apoyo del mediocampo del Rojo, distribuyó juego, abrió el marcador con un golazo y participó de casi todas las acciones de riesgo del equipo.

Ríos lo grita de cara a la hinchada de Independiente.
Daniel Islas no pudo hacer nada con su remate.

Si tuviéramos que buscar una flaqueza a la actuación de Leonel Ríos ante Tigre sería la tonta amarilla que recibió producto de un acto reflejo, lejos de las áreas y de toda acción de peligro, y que le terminó costando la quinta amonestación, por lo que se perderá el próximo partido ante Godoy Cruz.

Por todo lo demás, el encuentro jugado frente al Matador seguramente tiene un sabor especial para el Toti, que hace un par de semanas se iba silbado tras la derrota con Colón y hoy se ganó todos los aplausos.

Pompei y Ríos

Que es un gran jugador no hace falta decirlo, aunque es cierto que tiene sus baches, él mismo lo reconoce, y a veces se aleja de los partidos y hasta termina siendo contraproducente para todo el equipo, pero cuando está inspirado, es un hombre con una capacidad de manejo del balón, pegada y creación indiscutible.

Iban 34 minutos del primer tiempo cuando Gandín, que venía aguantando la marca y la pelota, se la toca y como vino Ríos sacó un tremendo disparo que se clavó en el ángulo superior derecho de un Daniel Islas que no pudo hacer nada por evitar la apertura del marcador. Los brazos abiertos en el festejo de cara a la tribuna lo decían todo: era una declaración de principios del volante.

Luego, se dedicó a hacer lo que sabe: jugar, tocar, crear y hacer jugar a sus compañeros. Estuvo en la creación de los demás goles del Rojo, ayudó en la marca en el mediocampo y no paró de correr en ningún momento. Lamentablemente la amarilla hará que descanse una fecha... lástima.

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